La Plataforma por la Sanidad pública de Burgos tiene como objetivo la defensa del Sistema Sanitario Público en tanto que es el único que ofrece protección eficaz contra la enfermedad a todas las personas independientemente de sus circunstancias económicas, sociales o de salud. Pero la Sanidad, es decir, el conjunto de dispositivos, médicos, enfermeras, hospitales, aparatos sanitarios, etc., no es todo para luchar contra la enfermedad. Otros factores influyen en la salud tanto o más que lo sanitario.
Por eso, en esta ocasión debemos posicionarnos en defensa del medio ambiente, determinante fundamental de nuestra salud, que será agredido con la instalación de una incineradora de residuos urbanos en una agregación de población cuya salud se va a poner en peligro.
Hemos realizado una revisión de la evidencia científica disponible, con la colaboración de especialistas en este campo, sobre el impacto de las incineradoras en la salud de la población que vive en torno de estas instalaciones que resumimos muy brevemente:
- La contaminación produce enfermedad y muerte y la incineradora incrementa el efecto
- La contaminación del aire es responsable de gran número de padecimientos agudos y crónicos.
- Los tres principales contaminantes del aire – las partículas finas (PM2.5), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono (O3) – son además los principales contaminantes que emiten las incineradoras. La Agencia Europea del Medio Ambiente da cifras elocuentes:
420.000 muertes en la Unión Europea; 22.000 muertes en España cada año
En términos de enfermedad, están perfectamente documentados aumentos significativos del número de infecciones respiratorias agudas así como de agudizaciones, hospitalizaciones y mortalidad por asma, bronquitis y EPOC. Este efecto es más importante en niños, ancianos y enfermos crónicos y tiene demostrada relación con la distancia entre el domicilio y la incineradora.
Se conoce su efecto en enfermedad cardiovascular, enfermedades inflamatorias, inmunológicas o en el embarazo, entre otras.
La Agencia Ambiental Europea (EEA) advirtió en 2023 de que España ya muestra niveles de partículas finas y NO₂ que superan regularmente las directrices de la OMS. Sobre estos altos niveles, la aportación adicional de una incineradora incrementa los riesgos en la zona vecina, tanto más cuanto más cerca esté el domicilio de la incineradora. Las olas de calor potencian sus efectos.
Las dioxinas que llegan a hombre a través del aire y mediante los alimentos producidos en la proximidad del foco contaminante, como vegetales y carnes, son clasificadas por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer como carcinógeno, con evidencia suficiente en estudios en humanos y en animales. Hay pruebas sobre incremento en la incidencia de cáncer de pulmón, pleura, laringe, hígado, linfomas, mama y algunos otros.
Los estudios epidemiológicos sobre el impacto exclusivo y directo de las incineradoras en el caso del cáncer son técnicamente muy complejos por el largo tiempo que tarda en aparecer el cáncer, por lo que aún no hay muchos estudios y su grado de evidencia no es alto. Aunque algunos no han hallado diferencias la mayoría de los estudios sí han encontrado relación significativa con el cáncer.
Algunas circunstancias incrementan aún más la desconfianza sobre la seguridad de estas instalaciones:
- Se está denunciando con frecuencia el escaso control que se ejerce sobre los niveles que emiten las incineradoras.
No sabemos a ciencia cierta cuál es el nivel “inofensivo o tolerable” de los contaminantes en el aire o en los alimentos. Las cifras usadas son convencionales.
La salud no solo se mide en términos de enfermedad y muerte
Es universalmente aceptado que el concepto salud incluye además lo que globalmente podríamos llamar la calidad de vida. Las poblaciones más o menos aledañas a una incineradora ven afectada su calidad de vida tanto a nivel objetivo con los humos, olores, ruido e impacto visual, como en el plano emocional. La consciencia de vivir en el área de influencia de un artefacto emisor de contaminantes potencialmente dañinos para la salud de las personas, sus hijos o sus mayores, se percibe como una amenaza permanente y silenciosa.
Por otra parte, otro determinante de la salud, el nivel económico de las personas del área de influencia, desciende por la devaluación de los inmuebles y áreas de cultivo del entorno de una incineradora.
CONCLUSIONES
Las centrales incineradoras de residuos urbanos emiten numerosos contaminantes a la atmósfera que elevan sustancialmente el nivel de riesgo de toxicidad en su entorno.
La contaminación del aire y la que pueda acabar en la cadena alimentaria es una de las grandes preocupaciones actuales de la salud pública. Hay evidencia suficiente que la relacionan con más enfermedad respiratoria aguda y crónica, con el incremento de los ingresos hospitalarios y con aumento de la mortalidad.
Otros estudios muestran incremento de las enfermedades cardiovasculares, neurológicas, degenerativas e inmunitarias, así como un riesgo aumentado de padecer diversos tipos de cáncer.
Son grupos especialmente vulnerables los niños, ancianos y pacientes crónicos.
Está demostrada la relación directa de la toxicidad con la distancia del domicilio a la central al menos en un radio de 5 km, por lo que el proyecto en cuestión presenta riesgos claros y fundamentados en el conocimiento actual, contra la salud física y psicológica de un elevado número de personas.
Estas instalaciones chocan frontalmente con los esfuerzos que los países están desarrollando para conseguir mayor calidad de aire, un determinante básico de la salud.
El principio básico de precaución en la gestión de riesgos en salud pública exige que, en caso de que una determinada política o acción pudiera causar daños a las personas o al medio ambiente, la política o acción en cuestión debería abandonarse, incluso sin la existencia de un definitivo consenso científico al respecto.
POR ELLO LA PLATAFORMA POR LA SANIDAD PÚBLICA DE BURGOS EXIGE LA RETIRADA DEFINITIVA DEL PROYECTO DE INCINERADORA EN CORTES.