Por Carles Giménez
La ley europea rige estrictamente el papel de los niños en la publicidad. Claramente, no se aplica a la propaganda de guerra .
El periodista irlandés Finian Cunningham: “contra toda lógica, explotan la imagen de un niño sufriendo para obtener un resultado (un próximo bombardeo) que implica el sufrimiento de muchos otros menores”.
Hace tiempo Burgos Dijital, de la mano de Carolina Tenaz, publicó un artículo referente a la labor propagandística basada en el concepto de pobreza infantil. La autora enfatizaba en que las peores mentiras son las que pasan desapercibidas dado que la propaganda proporciona amablemente conceptos-artefactos que, como minas, tratan de estallar y ocupar nuestro subconsciente sin que apenas nos percatemos de su peligro.
Carolina Tenaz: “Creo que el concepto de “pobreza infantil” es de este tipo y resulta especialmente sospechoso cuando es utilizado sin rubor precisamente por quienes más han hecho por empobrecer a los papás”.
La pobreza infantil es la creación de una categoría de pobreza por parte del Capital para justificar el otro tipo de pobreza, (la de los padres) la de los demás, la cual no sólo es tolerable sino que hace justicia porque esos padres “han vivido por encima de sus posibilidades, se merecen ser pobres”. Ahora que vivimos tiempos de guerra, la propaganda anglosajona sigue teniendo el mismo patrón que en tiempos de paz: la utilización de la infancia. De pobreza infantil parece que hemos pasado a violencia bélica infantil (porque la otra, la de los padres, tal vez sea justa para rematar conflictos, pero los niños no tienen la culpa).
La empresa de Comunicaciones Innovadoras y Estrategias (InCoStrat), con oficinas en Washington y (curiosamente) en Estambul, organizó la campaña para convencer a la opinión pública europea más reticente de que se debía acoger a 1 millón de refugiados. Su campaña se basó en la fotografía del niño Aylan Kurdi, ahogado en una playa de Turquía, y en dos días apareció publicada en los principales periódicos atlantistas de todos los países de la OTAN y el Consejo de Cooperación del Golfo.
Otra campaña llena de cinismo -por su naturaleza selectiva- que inspiró esta “operación psicológica”, como lo llamó el analista militar Gianandrea Gaiani, fue la de la fotografía y vídeo de Omran Daqneesh, el niño de cinco años herido en el bombardeo de Alepo; llegó a la primera plana cuando los grupos rebeldes yihadistas estaban rodeados por el ejército de la aviación de contraofensiva sirio y ruso para invocar una tregua humanitaria en ese momento. Alepo estaba bajo el asedio de los rebeldes, con una oposición de resistencia fuerte, porque a pesar de ser una metrópolis de mayoría suní siempre ha preferido el régimen laico del Gobierno Sirio a la brutalidad de los rebeldes yihadistas y la ley islámica.
El vídeo expuesto en todos los medios occidentales es autoría del Centro de Prensa de Alepo (AMC), oficina de propaganda del Frente Al-Nusra, que es un movimiento yihadista que hasta hace dos semanas era parte de al-Qaeda.
La inundación de propaganda con víctimas infantiles de la guerra Siria de forma cuidadamente selectiva en detrimento de todas las víctimas de Irak, Libia, Malí o Afganistán, demuestra que Occidente está bajo el dominio de la cultura nihilista, el cumplimiento del espíritu nietzscheano, que da la ilusión de omnipotencia, de estar más allá del bien y el mal , y la impunidad perpetua; la utilización del sufrimiento humano para sus intereses solo tiene una explicación: el fin de cumplir con una agenda política y preparar al público para una guerra total de carácter permanente. Una vuelta a una guerra existencial con Rusia.
El analista Finian Cunningham relata que tras la campaña con el niño Omran Daqneesh se respondió con un bombardeo de los EEUU sobre Siria. “Contra toda lógica, explotan la imagen de un niño sufriendo para obtener un resultado (un próximo bombardeo) que implica el sufrimiento de muchos otros menores”.
El portavoz del ministerio de defensa de Rusia, Ígor Konashénkov, lamentó que algunos medios empleen a los niños “para sus cínicos objetivos de propaganda” y catalogó este hecho como “un crimen ético”.
¿Por qué esta imagen en particular se ha convertido en ‘icónica’? ¿Qué pasa con los innumerables niños que sufren en Afganistán, Irak, Libia, Malí y otros lugares donde Washington , Arabia Saudí y sus aliados occidentales han librado guerras e invasiones dudosas?”.
Fianan Cunningham indica que la misma semana que apareció en los medios la imagen del pequeño Omran, los aviones de guerra sauditas, apoyados por EE.UU., bombardearon una escuela de Yemen y mataron a 10 menores, un suceso del que no han aparecido tantas fotos en los medios occidentales y mucho menos portadas de prensa escrita.
La presión rusa ha resultado muy fuerte y ha desbaratado los planes de EEUU para hacerse con Alepo. En este sentido, los llamamientos occidentales al alto el fuego y a establecer zonas de exclusión aérea mediante estas campañas están respaldados por las imágenes emotivas de niños sufriendo, pero su verdadero objetivo es “dar un respiro a los cómplices de Occidente en Alepo y evitar su derrota final”, opina este experto.
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