Por Eduardo Nabal Aragón
Alberto Mira (Alcira, 1969). Licenciado en filología inglesa es un escritor, profesor, ensayista y traductor español especializado en culturas LGTB anglosajonas. Hablamos con él a propósito de su extraordinario prólogo a “Imre: Una memoria íntima” (editorial Dos Bigotes, 2014) una novela pionera y fascinante perdida en el baúl del olvido desde principios de siglo.
“Prime Stevenson Firmaba con seudónimo, entre otras cosas, porque en 1903 en algunos países te metían en la cárcel o te condenaban al ostracismo por tu orientación sexual”
Hola Alberto. “Imre: Una memoria íntima” de Edward Prime-Stevenson es una novela pionera, como tu bien señalas en tu excelente y documentado prólogo, en pro de los derechos homosexuales aunque al estar escrita en 1906 hemos de asumir algunos puntos discutibles y discutidos en el propio texto. ¿Crees que al situarla en el ejército el autor salvaguarda la masculinidad de los personajes?
Alberto Mira Nouselles: Sin ninguna duda, Prime-Stevenson intenta separar afeminamiento y homosexualidad. Esto es un movimiento importante que en realidad constituye el centro de las primeras reivindicaciones sobre la homosexualidad. Lo de reivindicar el afeminamiento viene más de medio siglo después de que se intentase proteger una homosexualidad considerada “buena” y muy masculina. Y también es verdad que el ejército es un contexto ideal para hablar de estas cosas, no sólo por la masculinidad que se presupone a los héroes o guerreros, sino porque, de hecho, el paso de la homosocialidad al sexo entre hombres podía ser fluido.
-Aunque el estilo de Prime-Stevenson es muy moderno, elegante y, sobre todo, muy libre está lleno de cultismos, referencias a homosexuales notables o detestables.
Alberto Mira: Evidentemente hay un impulso legitimador, más que justificador. Y ciertamente uno puede leer entre líneas que lo que se defiende es un modelo cercano a la homosocialidad pero con sexo, el amor de los camaradas, etc. Sin embargo, creo que con un enfoque queer se trata de algo fascinante: aunque es esencialista, propone una alternativa de ruptura con los conceptos médicos. Y sobre todo es firme en la defensa del deseo homoerótico. Otros autores se andaban con rodeos. Prime-Stevenson no.
-Algo que hoy no pasarán por alto los lectores es que si bien el deseo aparece desde el primer encuentro entre los dos personajes no hay encuentro sexual consumado. ¿No desconcierta eso en un Bildugsroman gay o forma parte de su particularidad encanto?
Alberto M: Hay que recordar que los discursos con peso de autoridad estaban muy desexualizados en general, ya que la visión freudiana del mundo todavía no había llegado a todas partes (los “Tres ensayos sobre la teoría sexual” son de 1905). En el fondo somos nosotros quienes pedimos una visión que no es la de los autores. Y quizá no estaría de más, como decía Foucault, tener cuidado con una sexualización de todo. Si bien hoy todo el mundo tiene clara la importancia de la “liberación sexual”, hay muchos problemas en aceptar que el sexo también es una prisión. En realidad la visión de la novela es muy propia de los años anteriores a la Primera Guerra Mundial. Se habla de otras cosas. Cuestiones de clase y honor eran de gran importancia. El acto sexual genital, que todos tratamos de ver en todas partes, carecía de centralidad según las normas del momento.
-Hace tiempo que supere lo de las novelas de iniciación (pensé “no busques adolescencias como la tuya porque sencillamente no hay dos iguales”) pero en el libro se dejan en el aire cuestiones terriblemente vigentes y que nos siguen atenazando como tópicos recurrentes.
Alberto Mira Tienes razón en que la literatura nunca nos refleja del todo. Pero me parece más interesante lo otro que dices: el grado en que las experiencias continúan siendo relevantes. Hay que recordar que la literatura en gran medida hay que leerla desde lo simbólico. Y en lo simbólico todo ha sucedido ya. Nuestra experiencia está inscrita desde antes de que sea nuestra. Hay unas convenciones de representación que preceden a lo personal y que canalizan la experiencia.
Mucha gente cree que su experiencia es suya e intransferible, pero luego la describe en términos prestados, de segunda mano, arquetípicos. Pensemos en la misma idea de hablar de amor. El amor es un concepto que siempre nos precede. Sin ese concepto pre existente, los sentimientos que llevan a la experiencia amorosa serían solipsistas. El amor no es nada. El sexo no es nada. Todo lo que contamos es lenguaje, y las narrativas están escritas en el lenguaje. Lo que pasa en Imre es que cuenta una experiencia en términos arquetípicos. Desde el Romanticismo, lo de “descubrirse a sí mismo”, cierto “llegar a ser” se convierte en un cliché de la novela. Imre no hace más que adaptarlo a la experiencia homosexual. Y nosotros, en nuestro tiempo, también tendemos a contar nuestras vidas en términos de tramas.
-Es preocupante como algunas de las cosas que aparecen en el libro (que tiene más de un siglo) siguen plenamente vigentes sobre todo en entornos muy atrasados o en personas con mucho grado de presión o autorepresión. Como todo esos circunloquios y eufemismos.
Alberto Mira: Claro: la experiencia nunca es tan individual como creemos. Y la retórica de la homosexualidad tuvo todos esos circunloquios durante décadas. Aunque creo que el internet y la vida en las ciudades ha cambiado esto mucho, creo que sigue habiendo entornos en que esto es central.
-¿”Imre” se perdió o no se quiso difundir como es debido? Porque el autor firmaba este tipo de creaciones con seudónimo
Alberto Mira: Firmaba con seudónimo entre otras cosas porque en 1903 en algunos países te metían en la cárcel. O te arriesgabas al ostracismo social y a no poder seguir en el mundo de la literatura.
-Al principio parece que el personaje fuerte, al menos idolatrado en todos los sentidos es Imre, pero desde su brillante monólogo Oswald deja de ser el punto de vista para ser mirado y admirado. ¿El autor nos engaña porque los personajes se engañan?
A.M. En lo del punto de vista Prime Stevenson está en la órbita de Henry James. De hecho lo curioso es hasta qué punto la novela recuerda la mirada de James, que nunca habló directamente del hecho pero que también le daba vueltas.
-Hay otras rarezas del momento como “Olivia” por Olivia de Dorothy Strachey que en el campo del amor lésbico y la iniciación ¿Tienen un valor notable o es más extraliterario y cercano a la autobiografía o la reivindicación?
A.M. Toda novela que refleje una experiencia minoritaria es interesante. ¿Quién dice que la autobiografía no lo es? Por supuesto. No acabo de ver eso de “extraliterario”: los criterios de lo que hace que algo sea gran literatura o no son rígidos. Si lo que me preguntas es si estos libros son formalmente innovadores, puede que no mucho. Pero poquísimos libros lo son. Y la literatura de gente como Dickens u hoy en día Franzen no tiene nada de innovación formal.