Por Rufino Hernández
Es una suerte y al tiempo una liberación leer a Miren Erxezarreta. Su claridad de ideas, su facilidad para separar el trigo de la paja, es admirable. El comprobar la fuerza y pasión con que esta economista defiende el sistema público de pensiones, comprobar el dominio que sobre esta materia derrocha, es un estímulo para todos aquellos que nos preocupamos por estos temas. Desde su equilibrio y formación académica, sin pelos en la lengua, se enfrenta a los distintos estamentos, desde la banca y aseguradoras, hasta los sindicatos, para terminar afirmando que el sistema público de pensiones es viable y seguro, que todo depende de cómo se quiera repartir el dinero del Estado, y de las movilizaciones que la sociedad y el movimiento de pensionistas estén dispuestos a llevar a cabo.
No solamente es la banca, las aseguradoras y el sistema económico en general, los que intentan aumentar sus beneficios a través de la privatización del Sistema de Pensiones. Los grandes sindicatos, CCOO y UGT se han convertido en una rémora, se han convertido en colaboracionistas y comisionistas de los fondos de pensiones.
Es una herida para la vista y para el cerebro, entrar en la sede de estos sindicatos y toparte con una oficina con las siglas del BBV dispuesta a hacer contratos con un fondo de pensiones. Y es que entre ese banco y estos sindicatos, han creado una empresa, un fondo de pensiones, de cuyas ganancias el banco se lleva el 60% y los sindicatos el 40% , o sea, el 20 % cada sindicato. Con este hecho se puede decir, sin capacidad de error, que estos sindicatos están apuntalando la privatización del sistema de pensiones.
Otra rémora para el Sistema Público de Pensiones está incrustada en el vientre del propio PSOE. Históricamente han y siguen conviviendo en el seno de este partido dos sectores bien diferenciados, el uno más conservador y el otro más progresista, es este último el que ostenta la mayoría en este gobierno de coalición, pero en este sector progresista también permanecen ciertos ministerios controlados por ministras y ministros quintacolumnistas.
Esta lucha de tendencias que se dan dentro de las estructuras del PSOE, por lo dicho anteriormente, es similar a la que se da dentro de las estructuras de los sindicatos.
Esta parte de la izquierda política y sindical, se sentará este mes de septiembre a discutir y negociar sobre las pensiones en el ya famoso Pacto de Toledo. La mayoría de los temas llegarán negociados, temas negociados con el habitual secretismo, mientras la sociedad permanecía encerrada y embozada, contemplando los espectáculos que las televisiones montaban basados en las informaciones que se hacían sobre la pandemia, y los bulos, ambiciones y mentiras de la extrema derecha y derechas.
Es preocupante saber que estas fuerzas políticas y sindicales han estado negociando a nuestras espaldas, sobre el futuro y presente de nuestras pensiones, sin que en estas reuniones hayan contado con la opinión de los jubilados, y aún es peor, en la reunión final del próximo Pacto de Toledo, el movimiento de pensionistas tampoco estará representado, lo que provocará un desequilibrio en la relación de fuerzas y opiniones presentes en la reunión.
Con estas circunstancias, el movimiento de pensionistas se encuentra ante una encrucijada, que le obliga a definir y pulir su estrategia a corto medio y largo plazo.
Este movimiento de pensionistas, organizado mayoritariamente en torno a la COESPE, celebrará su IV asamblea general durante los días 4 y 5 de este mes de septiembre, en la que tendrá que enfrentarse y tomar decisiones valientes, si quiere seguir siendo un referente, una organización eficaz para la defensa del sistema público de pensiones y de los servicios públicos. Todo esto en una situación política y socialmente complicada.
Esta COESPE está obligada a buscar y definir sus caminos que, dentro de su independencia, permitan llegar a acuerdos con otras organizaciones sociales, sindicales y políticas, con el fin de fortalecer el sector más progresista de la sociedad, al tiempo que se frena a las nostalgias franquistas de la extrema derecha y a las privatizaciones de las derechas, para lo cual, está obligada a salir de esta asamblea más cohesionada; dotada de unos medios organizativos, ágiles y operativos; sabiendo que su tabla reivindicativa no la puede llevar a cabo por sí sola; que tendrá que negociar con otras fuerzas progresistas; que necesitará encontrar las muletas adecuadas para poder caminar en este laberinto social, económico y político dónde hay infinidad de intereses.
Tiene que huir de todo tipo de frentismo, de pensar que se tiene toda la verdad y toda la capacidad de llevarlas a cabo; no sirven de nada las posturas fundamentalistas en las que se puede caer. Es necesario fortalecer la relación de fuerzas y el tejido social; hacer negociaciones para conseguir mayorías que permitan sacar adelante las ideas que se defienden.
Resumiendo, la COESPE ha de seguir siendo una organización independiente y unitaria, con capacidad de tirar de las diferentes organizaciones políticas, porque es en este ámbito donde se toman las decisiones sobre el sistema de pensiones y de los servicios públicos, y con las organizaciones sociales que tengan puntos de la tabla reivindicativa en común.
Para defender nuestros derechos, es necesario seguir presionando en las calles y en los despachos, para lo que es fundamental la unidad de acción y la independencia con la que COESPE siempre ha dotado.
La asamblea de COESPE telemática y sin dar voz a los que somos críticos, por estar en desacuerdo con que en los cuadros haya gente de sindicatos y partidos políticos es un paripé. Lo único que pretenden es desactivar un movimiento al que el pacto de Toledo le va a dar grandes recorte.