El viaje de Castilla a ninguna parte y el derecho a no decidir nada 3ª Parte

Por Basilio el Bagauda

Por último, y no menos importante, la ausencia de una auténtica oposición política que a continuación desgrano.

El principal partido de la oposición en todas las legislaturas y con una diferencia abrumadora ha sido el PSOE. Ambos partidos abarcan la mayor parte del espectro del electorado como en pocos territorios del Estado. Pero en este “sistema” bipartidista no existe turnismo en el ejercicio del gobierno, y ello se debe en buena parte a que las familias políticas del PSOE en este territorio son más bien conservadoras, e incluso herederas de responsabilidades de gobierno en la extinta dictadura, por lo que ante la copia se elige el original.

Estamos además ante una sociedad eminentemente rural, incluso aunque parte de ella ya viva en ámbitos urbanos, y no se debe de olvidar que históricamente, tras el golpe de Estado de 1936, los poderes fácticos de este territorio practican una represión brutal que acaba prácticamente con cualquier tipo de oposición, con lo que se ha perpetuado en el tiempo un escenario sociológico tardofranquista.

Se podría decir que Castilla y León ha sido para buena parte de sus dirigentes un trampolín político que mejoraba su posición social y su statu quo dentro del aparato de Ferraz: sin ir más lejos la última gran exportación, la del segoviano Óscar López, que pasó sin pena ni gloria por las Cortes de Castilla y León para pasar a ser senador y ahora interlocutor de Pedro Sánchez. Y quizás, para el Partido en el ámbito nacional una moneda de cambio para conservar su poder con oposiciones tímidas en territorios como Andalucía, Extremadura y Castilla La Mancha, ya que no debemos de olvidar los innumerables pactos y acuerdos a los que ha llegado esta formación en Castilla y León con el Partido Popular, incluso cuando éste gobernaba en mayoría absoluta.

Parecería como si los territorios del interior de España, exceptuando el especial caso de Madrid, dada su falta de una potente identidad cultural diferenciadora del esencialismo españolista, fueran políticamente meras fábricas de “hombres de Estado” y “próceres de la patria”.

Poco se puede decir de los otros dos mínimos actores de la política regional. Izquierda Unida, con mínimas bases en el ámbito rural y atrincherada durante mucho tiempo en los barrios obreros, siempre en desigual lid con el PSOE, de las principales localidades de la Comunidad, y en la mayor parte de los casos presente en movimientos sociales y en asociaciones vecinales. Es quizás aquí donde comenzó a perder su posible plataforma para esperar tiempos mejores, ya que tanto los sucesivos gobiernos municipales socialistas como populares fueron consiguiendo a través de la subvención la sumisión y la vacuidad de la mayor parte de las asociaciones vecinales, reduciéndolas a meros transmisores de problemas para dar una sensación de democracia participativa, sin posibilidad de mayor decisión e influencia que en la organización de fiestas.

Por último, la otra organización política es la Unión del Pueblo Leonés que nació de las aspiraciones leonesistas de segregación de las provincias de León, Salamanca y Zamora del resto de la Comunidad Autónoma. Dicho partido ha dado excesivos bandazos por sus veleidades pactistas tanto con el PSOE como con el PP, lo que le ha hecho perder credibilidad y peso político.

No nos podemos olvidar, para terminar de explicar las causas del aplastante rodillo y de la perfecta máquina estratégica del PP, de la práctica eliminación del último contrapeso de poder posible en la defensa de la clase trabajadora: los sindicatos.

En breves palabras hay que resumir que dado el mayor peso relativo respecto a otros territorios de España de la población activa en el sector primario y en sus derivados agroalimentarios, la clase trabajadora es, si cabe, más pasiva respecto al movimiento obrero, por lo que las organizaciones sindicales son en Castilla y León más débiles y el conflicto, siempre preexistente, en el mundo laboral ha solido ser de baja intensidad.

Los sindicatos con cuotas de poder importantes y más dados al pacto han visto como poco a poco se han convertido en aparatos burocráticos que han reproducido estructuras piramidales de poder, alejándolos de sus propias bases y de los trabajadores a quien dicen defender. Este fenómeno, general en todo el Estado, ha sido multiplicado negativamente al convertirse también en deudores agradecidos de la Banca y les ha puesto en muy mala posición en futuras negociaciones por depender también en exceso del capital procedente de las ayudas de la Administración y de los cursos de formación.

En el sector público este lazo es demasiado evidente y en los últimos años, con contadas excepciones de organizaciones sindicales más acostumbradas a la lucha “cuerpo a cuerpo” pero minoritarias, su silencio, en algunos casos, y tímida acción, en otros, ante los recortes en servicios públicos y en los derechos de los trabajadores y su tardía reacción en la creación de verdaderos bloques de resistencia ha sido más que palmaria. Esa es una de las principales causas, aunque en este caso en todo el Estado, de la generación espontánea de movimientos ciudadanos en defensa del Derecho a la Vivienda, la Sanidad Pública, la Educación Pública o de la Administración Pública.

Para leer más:

El viaje de Castilla a ninguna parte y el derecho a no decidir 2ª Parte

El viaje de Castilla a ninguna parte y el derecho a no decidir 1ª Parte

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