Señorxs periodistas, llámenme puta

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Clara de noche. Jordi Bernet

Por Colectivo Hetaira

El pasado viernes día 23 de septiembre el Ayuntamiento de Madrid presentaba una guía de recursos para periodistas bajo el título El abordaje de la prostitución y la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Desde el Colectivo Hetaira y la Agrupación Feminista de Trabajadoras del Sexo (AFEMTRAS) deseamos manifestar nuestro desacuerdo con los contenidos de dicha guía, pero sobre todo nuestro malestar por la presentación que de la misma hizo la alcaldesa Manuela Carmena. Las opiniones de la alcaldesa no representan las diferentes sensibilidades dentro del propio grupo municipal de Ahora Madrid, barrena su propio programa electoral (1) y cede ante las ideas abolicionistas y prejuicios que el PSOE enarboló durante su campaña electoral.

Lo practicaba el anterior Gobierno local del Partido Popular y ahora lo practica el actual: ignorar a las trabajadoras del sexo organizadas que están reclamando el acceso a derechos laborales y sociales en igualdad de condiciones al resto de la ciudadanía.

Desde AFEMTRAS y el Colectivo Hetaira vemos con normalidad que se elaboren guías ofreciendo pautas a periodistas y medios de comunicación sobre cómo nombrar y acercar realidades (pensemos, por ejemplo, en la comunidad LGTBIQ o la de personas con diversidad funcional, etc.). Recomendaciones para evitar que colectivos que ya se encuentran en situaciones de clara desigualdad, por lo general de discriminación social, sean “nombrados” de la forma más correcta posible. Es determinante, por tanto, saber cómo estos colectivos se autonombran y no privarles de capacidad de decisión como si necesitaran tutela.

Es responsabilidad del periodismo mostrar la realidad en toda su diversidad, por tanto, también debe reflejar la de las trabajadoras del sexo que así quieren ser llamadas. La guía tampoco cuestiona la violencia que supone que las instituciones, en este caso, el Ayuntamiento de Madrid, invisibilice e ignore sistemáticamente a un colectivo de mujeres que está reclamando ser escuchado.

La estrategia para ignorar a este colectivo de mujeres se basa en no reflejar la diversidad de situaciones que se dan en el mundo de la prostitución. Se confunde intencionadamente prostitución y trata como si fueran la misma cosa, como si se vulneraran los mismos derechos, como si las condiciones en ambas situaciones fueran las mismas. Y no, no es igual a pesar de que se intente equiparar una y otra vez.

No lo decimos solo nosotras sino el Grupo de Expertos en Lucha contra la Trata de Seres Humanos (GRETA) del Consejo de Europa, toda una autoridad en la materia. En su informe de 2013 sobre España dice: “GRETA subraya la necesidad de diferenciar entre Trata de seres Humanos con fines de explotación sexual por un lado, y prostitución por otro. GRETA deja constancia de que poner multas a prostitutas y/o sus clientes no corresponde específicamente a la obligación del artículo 19 del Convenio que prevé criminalizar el uso de servicios ofrecidos por una persona de la que se sabe que es víctima de trata, ya que la situación de las prostitutas no equivale automáticamente a trata.”

Es terrible escuchar al presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid hablando de “lenguaje discriminatorio”, en la presentación de la guía. Discriminatorio es que un sector del Ayuntamiento de Madrid no quiera escuchar a las trabajadoras del sexo. “Eufemismo” es no permitir que las mujeres, en este caso “putas”, se autodenominen como deseen.

Es decir, las trabajadoras del sexo somos esto, “trabajadoras del sexo”, “prostitutas”, “putas”, “meretrices”. Así es como nos nombramos y autonombramos las mujeres que estamos organizadas y exigiendo derechos laborales y sociales desde hace años. Todas estas palabras para enfrentarnos al estigma que pesa sobre nosotras. Consideramos que personas ajenas a nuestra actividad no deberían colgarnos ningún otro cartel, como por ejemplo, “mujeres en situación de prostitución”. Es decir, que las fontaneras son fontaneras “y no mujeres en situación de fontanería”. Porque nuestro oficio es un trabajo, aunque a algunas personas no les guste. Ni necesitamos que nadie nos denomine “víctimas de trata” cuando no sea cierto. Les recordamos que muchos movimientos sociales han pasado por reapropiarse de palabras supuestamente “despectivas” para dotarlas de un nuevo contenido (“bolleras” o “tortilleras” para autonombrarse como lesbianas, por ejemplo).

Para hacer políticas públicas responsables, abiertas a la diversidad y respetuosas con los Derechos Humanos hay que tener en cuenta todas las situaciones que se dan: es necesario proteger los derechos de las víctimas de trata, ofrecer oportunidades reales a quienes quieren abandonar el ejercicio de la prostitución y escuchar las reivindicaciones de las mujeres que quieren seguir ejerciendo en mejores condiciones.

Nos decepciona enormemente que un Gobierno local que presumía de respetar la diversidad y de querer gobernar para las poblaciones más vulnerables, nos ofrezca más de lo mismo, de lo que ya conocemos y no nos beneficia. Un Gobierno que ha dado continuidad al Plan contra la Explotación Sexual y la Atención a la Prostitución de Ana Botella, sin ningún cuestionamiento crítico. Sin embargo, cuando hablamos de prostitución, las ideas siempre se repiten, son las mismas: o nos victimizan o nos criminalizan. No existe la innovación ni el espíritu crítico. Desde el Área de Gobierno de Equidad, Derechos Sociales y Empleo hablan de una realidad que conocen de oídas y a la que, de momento, no han querido acercarse, al menos no a través de nuestros ojos. Lo mismo que ya hizo Ana Botella y anteriormente Ruiz Gallardón.

Es necesario que el Ayuntamiento de Madrid abra la participación a la planificación y desarrollo de políticas públicas municipales que no vulneren los derechos humanos de las trabajadoras del sexo. Estamos aquí, existimos.

Exigimos al Ayuntamiento de Madrid que en caso de reeditar nuevamente la guía no cite al Colectivo Hetaira como corriente “Pro reguladora” (págs. 28, 37, 67). Jamás nos hemos definido de este modo y se nos confunde deliberadamente como “defensoras de la regulación de la prostitución”. Un modelo en el que no solo no nos enmarcamos, sino que somos totalmente opuestas a él. Siempre nos hemos definido, y así seguiremos haciéndolo, como corriente “pro derechos”, es decir, que lo que perseguimos es el reconocimiento de derechos laborales en el trabajo sexual teniendo en cuenta a las protagonistas y la normalización de este.

Igualmente no deja de parecernos chocante que en el apartado “La representación de las protestas de las prostitutas en los medios de comunicación” (pág. 72) se escriba lo siguiente: “Falta de diálogo y pluralidad entre posiciones en una misma información: se recoge la voz de Hetaira pero no la de las posiciones contrarias a la regularización”. Es de recibo que se recoja la voz de Hetaira y de las trabajadoras del sexo y putas que se manifiestan públicamente, son quienes convocan, son quienes protestan contra los ayuntamientos y los Estados que las multan por dedicarse al ejercicio de la prostitución. Cuando los movimientos feministas salen a la calle exigiendo el derecho al aborto no parece que tenga ningún interés que se reclame la voz de la Iglesia para que opinen, a la par, sobre dicha manifestación pública. Es sólo un ejemplo.

Todos los grupos y colectivos marginados rompen su marginalidad cuando se atreven a ser protagonistas de sus propias historias, cuando consiguen “dar la cara” y hacer valer sus derechos. En la última página de la guía se desvirtúa y estigmatiza a las protagonistas, porque las putas vinculadas a Hetaira, las putas de AFEMTRAS no son como la guía las define (mujeres españolas, de clase media, blancas…) son mujeres que trabajan en la calle, por lo general inmigrantes, algunas de ellas trans (otra realidad que no se visibiliza en ningún lugar de la guía). Nuestra apuesta siempre fue trabajar con quienes lo tienen más difícil y sí, buscar el apoyo y la solidaridad de otras que lo tienen más fácil (en este caso, sí, españolas, clase media, blancas…) que, no sin dificultades, también se atreven a plantarle cara a esta sociedad que continúa estigmatizándolas y que entienden que el feminismo es “solidaridad entre mujeres”, por ello están ahí, defendiendo a las compañeras que lo tienen más difícil.

Esperamos que el equipo municipal reflexione sobre la conveniencia o no de continuar gastando el dinero de la ciudadanía en guías que, entendemos, van a servir de poco a los profesionales del periodismo y de “muy poco” a las prostitutas.

(1) “Desarrollar políticas a favor de los derechos de las prostitutas en colaboración con ellas, de forma que se garantice su integridad física, sus derechos ciudadanos, sus derechos de imagen, sus condiciones laborales y los recursos sociales necesarios para el abandono del ejercicio de la prostitución si así lo deciden“. [Programa electoral de Ahora Madrid, p.35].

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