Para Dorys Valenzuela, asesinada ayer por su marido

Dorys junto a activistas del grupo de Burgos de Amnistía Internacional con motivo de la charla de uno de junio de 2017

Cartas de los lectores

Silvia Castrillo

Escribo esta carta llena de rabia, de impotencia y de tristeza, todavía sin poder creerme que Dorys Valenzuela fuera asesinada ayer por su marido en Murcia, en la puerta de su casa.

Dorys visitó Burgos en junio del año pasado invitada por el grupo de Amnistía Internacional.

Durante los dos días que pasó con nosotros fuimos conociendo lo dura que había sido su vida. Dorys se encontraba junto a su familia en La Palma acogida al programa de protección de defensores y defensoras de derechos humanos de AI porque en Colombia estaba amenazada de muerte. Esta persecución hacia ella y su familia se debía a su incansable denuncia de los asesinatos, violencia sexual, torturas y desapariciones forzadas cometidas por los grupos paramilitares en su ciudad, Buenaventura. Su trabajo como activista le había costado la vida de dos de sus hijos.

Pero a pesar de todo lo vivido, recuerdo sus ganas por seguir luchando, por disfrutar de su familia, por vivir. La ilusión por ver la cara de su nietecito, que nacería nada más volver a La Palma.

Dorys nos acompañó en la inauguración de la exposición Zapatos Rojos contra la violencia machista, sin poder imaginar que los próximos zapatos serían los suyos.

Conseguir escapar de un infierno para encontrar a su verdugo en la persona más cercana. Es increíble. La lacra de la violencia machista aparece donde menos se espera.

Dorys, como tantas otras mujeres defensoras, ha sido doble víctima, por su condición de activista y por su condición de mujer.

Desde aquí, queremos mandar todo nuestro apoyo a las hijas y al hijo de Dorys, recordar lo valiente que fue su madre y nuestro agradecimiento por haber tenido la oportunidad de conocer a una persona irrepetible.

Silvia Castrillo es Voluntaria del grupo de Burgos de Amnistía Internacional

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