Por Eduardo Nabal
Arropada por una factura visual impecable “Loving” es la última película de Jeff Nichols, un interesante realizador que se dio a conocer gracias al éxito de “Take Shelter”, otra fábula, en este caso en clave de devastador thriller psicológico, sobre la parte humilde y rural de los EEUU y las relaciones familiares en un momento de crisis social y cambio histórico en cuestión de derechos civiles.
En este caso, Nichols aborda, con cierta retórica, un tema de actualidad como el racismo y el choque entre el amor y las leyes a través del periplo de Richard y Mildred, una joven pareja que se casa en el Estado de Virginia y a la que acompañamos en su áspero sendero hacia la autorrealización allí donde el color de sus pieles no suponga una amenaza para su libertad, su seguridad, sus lazos y su bienestar.
La narrativa serena, las excelentes interpretaciones sobrias y la cuidada y detallista puesta en escena, así como los apuntes irónicos y realistas del guión, logran en algunos momentos evitar que nos demos cuenta de que, aunque inspirada en un hecho real y puede que hasta en muchos otros hechos similares, estemos ante una historia ya contada, de otras formas, con otras texturas, tal vez con inferior o superior calidad, con otras metáforas y con un tono menos lírico o más impetuoso.
En “Loving” Nichols (a diferencia que en la algo plúmbea “Mud”) opta por no alzar mucho la voz siguiendo –sin llegar a alcanzar- la línea queda, seria y profunda de Ang Lee (“Brockeback mountain”) o Terence Davies (“Sunset Song) más que en la de otros realizadores estadounidenses contemporáneos logrando una película sencilla pero compacta, digna y que arremete, sin demasiados aspavientos, contra la intolerancia y la arbitrariedad, y, sobre todo, contra sus efectos devastadores, en las vidas de las gentes humildes.
Un filme necesario en el que las ofensas reales y simbólicas vuelven a las primeras planas de su país y en el que el color de la piel o la orientación sexual puede ser de nuevo un hándicap en según qué sitios. Aunque nuevamente, como ocurre en el cine de Hollywood incluso en su vertiente independiente y comprometida, se queda corto, complaciente y no muestra más que la cara más amable de una pesadilla con un previsible final feliz y una serie de milagrosas concesiones del poder y las instituciones que, para mucha gente, siguen siendo solo concesiones formales, sobre todo fuera de sus fronteras.
La pareja es detenida en 1958 el estado de Virginia y son encarcelados sin miramientos iniciando un viaje y una extraña separación marcada por una suerte de convivencia controlada por aparatos que los superan al tiempo que tutelados de forma extraña por sus respectivos entornos familiares.
En este punto el filme hubiera necesitado mayores dosis de ácido sulfúrico contra la xenofobia creciente en el mundo occidental, haciendo ver a los que no ven que la demagogia y egolatría de Trump y sus secuaces no es tan inocua como aparenta y, a la vez, despojando de un candor algo irritante a la pareja protagonista, cuya exagerada inocencia es tan eficaz como poco versátil en los meandros de un relato muy bien filmado pero no tan bien escrito.
La versatilidad interpretativa que demuestran Joel Eddgerton y Ruth Negga en sus papeles de “gente corriente”, pero capaz de ganarse al público en las secuencias intimistas, vuelve a confirmar que los mejores actores y actrices no son casi nunca los más conocidos del cine del momento pero no hay ambigüedad en el trazo de sus personajes, quedando así como simples víctimas de un sistema arbitrario e intolerante, del que, no obstante, forman parte con cierto estoicismo.
Encontramos cierto paralelismo con las concesiones legales a las parejas del mismo sexo en algunos lugares y otros no u otro tipo de derechos formales que pueden obstaculizar la vida y la autorrealización de las gentes pero el planteamiento del filme en ese sentido no convence tanto como la belleza plástica de sus composiciones, los apuntes audiovisuales y la rotundidad de su fuerza narrativa. No faltan algunas concesiones al sentimentalismo familiar, cierta atonía ni los tópicos del cine de Hollywood, pero la grandeza del reparto y la belleza de las imágenes, la fotografía de interiores y exteriores hacen que desde su modestia “Loving” se convierta, sin decir nada nuevo, en una gran película de candente actualidad.
Hoy día, más que nunca, nombres que se fueron o han pasado ya a segundo plano como Heath Ledger, River Phoenix, Gena Rowlands, Forrest Whitaker, Cloe Sevigny, Uma Thurman, Denzel Washington, Michelle Pfeifer, Brad Renfro, Philip Seymour Hoffman, Cate Blanchett, Julianne Moore, Nathalie Portman, Jessica Lange, Al Pacino, Sean Penn, Julie Christie, Susan Sarandon…. representan el tímido conato de la ilusión de cambio o alarido de rebelión de una re-generación social que nunca fue.