Irresponsabilidad social y vergüenza ajena #NoMeGustaAranda

La noche del sábado 14 de diciembre fue tendencia en Twitter a nivel estatal el triste hashtag #NoMeGustaAranda, pues es de vergüenza ajena, en Burgos y fuera de Burgos, la concentración en apoyo a los condenados por la violación a una menor y difundida por varios medios de comunicación burgaleses

Susan Rioseras, “Cachito mío”

Nos encontramos en pleno siglo XXI en unos tiempos en los que las sociedades capitalistas nos someten aun permanente “reajuste” salvaje através de medidas neoliberales para la adaptación a las condiciones que la élite impone. Condiciones de explotación absoluta, tanto para la clase trabajadora, para las mujeres, para niños y niñas de muchos contextos mediante trabajo esclavo, como para los animales y de los recursos naturales del planeta en su totalidad, aplicadas con el firme único propósito de continuar blindando el ritmo del proceso insostenible de acumulación y de acaparación de capital, cada vez en menos manos, generando una desigualdad completamente obscena.

Esta explotación condena al planeta a la destrucción y a la miseria a la mayoría de su población, recortando, ya sin ambages y de forma absoluta, losderechos y libertades sociales más básicos y sagrados, conseguidos a lo largo de la historia, al plantearnos el sistema capitalista como único posible, aplastando cualquier intento pasado y actual de reparto de riqueza, resistencia ante el saqueo y supervivencia colectiva basada en el bien común.

Anteponiéndonos e implementando así,  el derecho,  hoy indiscutible y parece el más sagrado e inalienable para el capital, del dinero a comprarlo y venderlo absolutamente todo; ese derecho que pisotea a todos los demás derechos humanos, y que reduce a los seres y al planeta, a meros objetos de consumo y especulación “legítima” para el “mejor postor” que por supuesto pueda pagarlos, hablamos de los cuerpos y la capacidad reproductiva de las mujeres, hasta el agua o el aire que respiramos, (todo esto sin analizar ese capitalismo global en que nos encontramos, como fase actual del imperialismo belicista  genocida, en la que colaboramos activamente desde contextos como este, basada en destruir, saquear y arrasar países y pueblos enteros por intereses económicos de “los jefes” de quienes nos dirigen). Lamentablemente necesitaríamos una mucho más amplia introducción para ponernos en antecedentes.

Pero así también, como siempre, la rentable y fructuosa alianza patriarcal-capitalista histórica, saca partido de este “rio revuelto” y se encuentra igualmente más cuestionada y reactivada que nunca en estos tiempos de “últimos coletazos” de un doble sistema arrinconado en extinción ética y moral, pero quea este paso, sino lo evitamos, acabará con todo en pocas generaciones.

En estas épocas de “reajustes” económicos (mal llamadas “crisis”, en ese intento eterno de hacernos creer a las poblaciones, cierta azarosidad en el surgimiento de esas “crisis” inevitables del capitalismo, ante las que inexorablemente hay que tomar medidas urgentes, como si de se trataran fenómenos climáticos azarosos, que ya sabemos que tampoco cuela, pues estos desastres climáticos  son igualmente inducidos por el saqueo sistémico de recursos), históricamente  el sistema patriarcal ha endurecido radical y sutilmente sus tácticas de implementación de medidas encaminadas a la sumisión y explotación de las mujeres y niñas, a ser posible como decía Huxley bajo ese sistema “fascista” perfecto en que se cumpla la premisa de explotarnos a nosotros y nosotras mismas de forma voluntaria  como “esclavas agradecidas”.

Estrategias reactivas que cíclicamente en nuestras sociedades modernas occidentales, se han impuesto como dogmas de fe  de obligado cumplimiento social, como ya vimos en el siglo pasado a finales de los años 20 (crack del 29) con el resurgimiento de los fascismos y sus desastrosas derivas, en los 50´s con los neoconservadurismos, en los 70´s con el posmodernismo, etc., todos ellos movimientos tácticamente obsesionados con las necesidades impuestas por las “ imprevistas crisis económicas” de obligado  regreso de las mujeres a su útil y servil papel dentro de la sociedad de explotación doméstica, reproductiva y sexual, a ser posible en forma de “retorno voluntario”.

Estrategias que se nos “vendían” como “liberación sexual” dentro de los movimientos contraculturales de la época, o bien alegando ese esencialismo femenino contrapuesto al belicismo y la explotación capitalista de los 70s, o más recientemente desde el falso mito de la “libertad de elección”…hasta la entrada del siglo XXI y hoy con el resurgimiento, coincidiendo con la “cuarta ola feminista”, de nuevo de los fascismos fundamentalistas y ultramachistas, más obsesionados que nunca con los objetivos de rechazo a las luchas feministas y avances en derechos de las mujeres, negar las violencias que sufrimos y encerrarnos en casa otra vez y servir sumisamente al sistema. 

Llevamos  las últimas  décadas desarrollando una rápida y descarada implosión del resurgimiento soez de la llamada “socialización diferenciada de género”, sus efectos son más evidentes que nunca (eclosión  de revistas masculinas, -por si los hombres se “nos” hacen demasiado sensibles y pierden la esencia de la masculinidad, puesto que revistas femeninas ya teníamos muchas de siempre también por si nos despistamos igualmente de las normas de la feminidad impuesta -, intentos de segregación de género en centros de enseñanza, resurgimiento del dimorfismo sexual en hábitos de ocio, de consumo, de tendencias, de moda, de juguetes y accesorios claramente diferenciados…, de nuevo  hipersexualización, cosificación y auto cosificación sexual, y un largo etc.), en los momentos que precisamente más se estaba cuestionando esta reactivación de imposición de roles sexistas, denunciada desde el feminismo y desenmascarada como lo que es: una estrategia para seguir perpetuando desde la dicotomía de género, una masculinidad y feminidad tóxica e inducida, con el único fin de blindar ese engranaje perfecto de impunidad  para la sumisión y la violencia de género.

Hemos “educado” y estamos socializando a las nuevas generaciones de nuestros contextos cercanos, convenciéndoles de vivir en sociedades que ya han alcanzado y superado una supuesta “igualdad” y una nueva liberación y empoderamiento sexual, a la vez que perversa y sutilmente hemos incrementado de forma gradual esos mecanismos de reforzamiento de género, roles y estereotipos tóxicos mediante estas estrategias tales como la hipersexualización de las niñas y mujeres, “vendiéndoles” especialmente a las jóvenes cómo deben “gustar”, socializarse y mostrarse en público,  cómo deben ir vestidas, sus hábitos de ocio y consumo, sus referentes y modelos sexualizados en cuanto a aspiraciones físicas imposibles  en los que basar por completo su autoestima y personalidad, y lo peor: la obligatoriedad  de destacar mediante su propia “auto-cosificación” sexual basada en la sobrexposición física erotizada permanente en las redes y en la vida real siempre buscando aprobación externa, como algo casi obligatorio para todas las chicas de su edad, “auto-cosificación” que  es “guay” como la mejor fórmula de empoderamiento y afianzamiento de su personalidad, en una etapa en que aún ni siquiera está definida, todo esto unido a una educación “afectivo sexual” completamente inexistente y ausente desde las familias, la educación reglada o la sociedad.

Este vacío de una necesaria educación afectivo-sexual para los jóvenes en nuestro país, ha sido recientemente evidenciado de forma insistente, por organismos internacionales que alertan de las consecuencias de la falta de una educación sexual en valores en nuestro contexto concreto, vacío que catastróficamente es suplido por la industria sexual actual del porno más violento y salvaje consumido e introducido de forma insistente desde las redes sociales por y para los adolescentes desde muy tempranas edades.

Fenómeno igualmente denunciado en estos tiempos por infinidad de expert@s cercan@s, que alertan de cómo se está convirtiendo la pornografía actual, en la única “mal educación” sexual que reciben y asimilan  nuestros jóvenes y de la peligrosa normalización desde las etapas más iniciales de la adolescencia, de una sexualidad machista y aberrante, en la que los jóvenes imponen (mediante juegos, rituales de socialización, ocio, “fiesta”, alcohol y/o drogas…, cuando  no situaciones de coacciones colectivas más o menos conscientes) prácticas violentas y humillantes para las chicas  jóvenes, siempre en situaciones distendidas y sin asumir la gravedad de los hechos (por no hablar del enorme incremento y reaparición de enfermedades de transmisión sexual entre jóvenes) en las que ellas acaban “entrando al juego”, en ocasiones incluso tomando iniciativa, aunque no les guste, forzadas y sometidas a aceptar ese rol de cierta sumisión, porque les hemos hecho creer que es su “deber” y su transgresión juvenil de iniciación al “sexo”, lo “normal” a su edad y “lo empoderante”, casi de modo ineludible para no quedar al margen de la tendencia generalizada en sus círculos y contextos sociales socializados en ese porno actual más explícitamente machista y violento que en ninguna otra época.

Esta tendencia y evidencia negada e invisibilizada, por más que nos alerten tantas voces, es muy peligrosa de cara a la reproducción de las violencias sexistas, pues suponeun efecto colateral realmente perverso y brutal, que sigue los patrones históricos de la educación machista más rancia diferenciada de género con sus consecuencias feminicidas y de perpetuación de la violencia, (el resurgir de jóvenes machos muy machos violentos–no en apariencia de conducta social pero si a nivel íntimo y sexual- y de “féminas” muy femeninas a la par que empoderadas, pero contradictoriamente muy  sumisas y obedientes), precisamente en el momento en que el mandato de género estaba siendo evidenciado, cuestionado, denunciado y rechazado, más que nunca socialmente, gracias al feminismo. Como decimos muchas, esto ahora no es ni mucho menos casual, (ya nos alertó hace ya décadas Susan Faludi en su libro “Reacción”).

Dicha perversión que parece no queremos ver ni asumir socialmente, y que estamos naturalizado y normalizando de un modo aberrante, es constatada por quienes nos dedicamos hace décadas a la enseñanza, viendo la involución que sus devastadores efectos provocan, día a día en la desigualdad y violencia de género que reproducen nuestro alumnado, hijos e hijas. 

Estrategia perfecta de nuevo para mantener la venda en los ojos y la excusa eterna, basada en seguir culpabilizando a las mujeres y niñas víctimas de sufrir agresiones sexuales, de buscárselo, de “provocar” a los  pobres chicos indefensos cegados por sus irrefrenables impulsos, incluso aunque estas víctimas sean menores de 16 años y este probado que han sido coaccionadas y/o violentadas, eludiendo así la responsabilidad social que tenemos en fomentar esta perpetuación sexista y violenta para las mujeres, mientras miramos para otro lado, para luego seguir poniendo el foco, culpabilizando y criminalizando a las niñas y mujeres de “provocar” a sus agresores.

Agresores que, a su vez, imitan de forma completamente compulsiva, irresponsable e irreflexiva, en muchas ocasiones grupalmente, las prácticas naturalizadas de ese porno machista de sexo salvaje más consumido en la actualidad en las que se están socializando: prácticas en “manada”, de muchas risas (solo para ellos, claro) y consistentes en hacerles mil barbaridades violentas y humillantes a mujeres y niñas completamente cosificadas. Algo inconcebible a estas alturas de la película…

Pero lo más irresponsable como siempre, es echar balones fuera y no hacer un mínimo análisis contrastado, informado y formado en género, responsabley autocrítico con esta sociedad de la “cultura de la violación” en todas sus formas dereproducción de las violencias históricas impuestas para la mitad de la población, que llevamos tiempo denunciando y a la vez estamos fomentado. 

Luego los medios del sistema, siguen echando leña al fuego, alentando y dando voz a los agresores y planteándoles socialmente como víctimas e invisibilizando, criminalizando y presentando como responsables únicas a las víctimas e incluso a sus madres, claro, culpabilizándonos una y otra vez a mujeres y niñas de la irresponsabilidad de nuestros agresores por violentarnos, (es de una perversidad absoluta…). 

Estos días hemos presenciado lamentablemente, cómo los medios de comunicación cercanos, en el caso que nos ocupa, han llegado a limites tan infranqueables como a tener la desvergüenza obscena de difundir y anunciar previamente la convocatoria pública de apoyo a estos violadores adultos procesados y  condenados de abusar sexualmente de una niña menor de 16 años, con el apoyo de gran parte de su población y por supuesto de la ultraderecha más machista y fundamentalista, y posteriormente volver estos días, a reseñar la hazaña de la concentración pública, doblando incluso el número de asistentes a semejante despropósito. Algo completamente indefendible e inasumible hoy en ningún contexto cercano.

Somos demasiadas personas ya hoy, reflexionando, denunciando y alertando contra todo esto, y seremos muchas más (sobre todo las jóvenes) quienes sigamos luchando para dar la vuelta a esa parte de la sociedad enferma y podrida que intenta fomentar desvergonzadamente la continuidad e impunidad de todas las violencias simbólicas, estructurales, sexuales y materiales, tan rentables para este sistema, contra todas nosotras.

Susana Rioseras, docente, licenciada en Bellas Artes e investigadora Feminista

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