Viernes 24 de junio, Video-Forum en la Biblioteca Pública de Burgos ( Plaza de San Juan) a las 18.30
CINE Y DIVERSIDAD SEXUAL CON MOTIVO DEL DIA INTERNACIONAL DEL ORGULLO LGTB
PROYECCIÓN Y COLOQUIO: “Mi nombre es Harvey Milk” (de Gus Van Sant)
Basada en una historia real.Debate. ENTRADA LIBRE
Por Eduardo Nabal
MI NOMBRE ES HARVEY MILK
Gus Van Sant ha combinado a lo largo de su ya dilatada carrera como realizador el cine independiente, iconoclasta y casi “underground” con las propuestas abiertamente comerciales y los filmes que se encuentran a medio camino entre ambos campos.
“Mi nombre es Milk” es un trabajo más que estimable pero decididamente hecho para el gran público y sobre todo para las pantallas de su país donde sucedió la historia real que nos cuenta con solidez. Como en “Todo por un sueño”, el realizador reflexiona sobre los mecanismos de la creación de un personaje público, aunque en esta ocasión se decanta por la historia verídica de la carrera política de Harvey Milk, un hombre que defendió abiertamente los derechos del colectivo LGTB en la Norteamérica de los años setenta, librando una batalla desigual contra la derecha religiosa del momento encabezada, entre otros, por la populista Anita Bryant.
El filme no profundiza demasiado en la temática y opta por ofrecer un sólido y variado fresco social sobre la evolución de un personaje, su entorno y su época. Apoyándose en un verdadero “tour de force” interpretativo de Sean Penn (en un papel nuevo en su carrera) la película ofrece inteligentes pinceladas sobre la creación de un mito y sobre los feroces prejuicios de la sociedad estadounidense frente a los derechos civiles de las minorías, pero fracasa en uno de sus puntos más importantes: el retrato del lado humano del político y sus relaciones sentimentales, quedando así los secundarios algo desdibujados en favor de una hagiografía al uso, construida con agilidad y momentos de gran emoción, pero sin grandes sorpresas.
Van Sant mezcla imágenes documentales con secuencias en formato convencional; algunos recursos narrativos atrevidos con momentos que se apoyan casi exclusivamente en los actores y en su evolución dentro de los espacios privados y públicos, como ya hiciera en algunos de sus filmes anteriores donde demuestra la importancia del actor en el espacio público y privado y su interacción social y humana con éste. Estamos ante una película honesta y valiente pero más brillante que profunda, más ilustrativa que sensual, más fría que cálida.
Construida como un largo flash-back “Mi nombre es Milk” es un retrato apreciable, urgente y visualmente conseguido de un momento en la lucha del movimiento gay estadounidense y un retrato fragmentario de un personaje que combatió con valentía por la libertad en un país lleno de contradicciones.
Hoy por hoy “Mi nombre es Milk” es un filme cada vez más necesario, pero ni su lujoso reparto (incluyendo nombres como James Franco o Emile Hirsh) ni su efectiva -y a ratos efectista- puesta en escena nos convencen de que estamos ante la “gran película” que pretende ser sino ante un filme interesante y todavía “valiente”.