
Fotos cedidas por Bernd Kolter ©2016 copyright Bernd Kolter
Por Juan Vallejo
En el jardín selvático de la espalda del mundo, florece un árbol. Es el que Marcos Ana plantó entre versos y abrazos. Las palabras frías de la ciudad de Burgos, las rejas gélidas del Penal de Burgos; el suelo de sus manos ateridas, la tinta negra, roja, de las venas rotas, deshojaron el árbol sin nombre ni sombra que Marcos no conoció.
Se ha plegado la noche y la Prisión tiene el cielo acostado sobre su patio de cemento.
Tienen los azulejos rotos las celdas, en sus costuras, todavía, duermen mensajes minúsculos para la familia de los presos en capilla, condenados a muerte al amanecer. A alguno le dirán cuando llegue la hora, que se habían confundido al elaborar la lista: una crueldad, deliberada, añadida a las interminables horas de condena. Las palabras de Marcos Ana, son más fuertes que el rencor.
Y aunque te fuiste sin ver libres de mordaza a tus compañeros fusilados, esas que limpiabas de vómitos después de las sacas (Marcos Ana era el encargado de recoger las cinchas con que amordazaban a los condenados para que no gritasen de camino al fusilamiento, en un cubo las limpiaba para que sirvieran para la saca siguiente ). En los árboles de tu memoria pondremos grabados sus nombres. Sí. Los que plantaremos en la ribera del Arlanzón: el Paseo de Marcos Ana, uno por cada año que estuviste en prisión , para que escuches el murmullo de las aguas que tantas veces evocaste, junto al lenguaje de las hojas de los árboles, un binomio de amor sin los cristales del miedo, ni calendarios, ni penas de muerte que ajen papeles amarillentos, los que nos mostrabas para la libertad de tus versos.

Aquí estuvimos todos, los compañeros de celda: Luis, Pepe, Matías, Cordero; tantos amigos…tu hijo Marquitos, tu compañera Vida, tus hermanos poetas, tus sobrinos de Alcalá. Y los centenares de amigos que no cupieron en el Marcelino Camacho. Después, cuando la noche rasgó la lluvia del Auditorio, las rosas de la Memoria de Burgos, las que pusieron los compañeros de la Asociación para la Recuperación de la Memoria, citaron tus versos: “Arlanzón, díselo al Sena”.
Y la ciudad sin memoria recordó, el azulejo roto desprendió de su cicatriz frases líquidas de lágrimas en minúsculos cilindros de papel. La noche no conspiró mientras el viejo verso mudaba su grafología apretada, enjuta, como la que tu prisión reunía por los rudimentarios aperos con los que escribías. Igual que aquellos minúsculos lapiceros que encontrábamos en las exhumaciones de Estépar y que sirvieron para una despedida imposible: cedro húmedo de escrituras vírgenes para dignas sepulturas untadas de sangre, cal y pólvora.
Ya sabes cómo es el beso de una mujer. Tantas te amaron…Y conoces la ruta donde el odio se funde con la razón para urdir la crueldad, la muerte; sin embargo nos diste a entender de la concordia, de la reconciliación su agrio sabor, tantas veces impregnado en tu edad, en tu fascinante periplo por la libertad:
“Nuestros ojos han grabado el terror en su retina / y han llorado sangre. / Pero ya amanece, hermano mío./ No me des la espalda /
y ayúdame a borrar el luto de la Patria.”
Tu corazón es patio, ha abierto su equipaje el poema, el verbo ha diluido la preteridad. Se ensamblan las horas que no estuvieron en las citas de la capilla con los disparos perdidos en los barbechos de Estépar, en los pinares de la Pedraja, en las tierras de la Andaya, en los carrascales de Villamayor de los Montes. “Acaban de sonar las once de la noche. Desde mi petate, a través de una ventana enrejada, veo la esfera iluminada del reloj sobre el muro. Hace más de una hora que han tocado silencio, y la cárcel parece más hundida que nunca en su soledad de piedra”.
Removidas las banderas, Burgos no puede continuar siendo la ciudad de los olvidos. Nunca un poeta fraguado entre la muerte y el amor, cantó al Arlanzón con tanta belleza. Inspirado y alentado en sus versos por las misivas clandestinas de los que le amaban.
“Miles de presos políticos fuimos juzgados por tribunales militares y leyes de excepción, en muchos casos derogadas. Que nuestros procesos se incoaron en los calabozos y las comisarías sobre el potro del martirio sin ninguna garantía de defensa y en la más absoluta ilegalidad jurídica.
Que fuimos condenados a penas horribles por delitos de opinión política que en cualquier otro país civilizado no pasan de ser el ejercicio normal de los derechos y deberes ciudadanos.” Fernando Macarro Castillo ( Causa 120. 967 ).
Entre las cárceles de Porlier donde Miguel Hernández abrió los ojos después de muerto para mirar a sus asesinos, Conde de Toreno; por los penales de Ocaña y Alcalá de Henares donde vivía su hermana Margarita y asesinaron a su padre, y la Prision Central de Burgos, Marcos Ana y sus compañeros, “muertos vivos” : Melquesidez Rodríguez Chaos, Jacinto Ochoa Marticorena, Fabriciano Rogel Fidalgo, Rafael Gómez Pérez y Nicolás Chopitea Paralizábal, con más de veinticinco años encarcelado, Marcos Ana, decía, y estos hombres, simbolizaron la tragedia de miles de compañeros que llevaban 15 o 20 años en prisión sepultos bajo los muros.
La muerte lenta de estos héroes ocultos no podrá jamás diluirse en el fascismo abrasador cuyas leyes retuercen sus hijos putativos como lo son los que gobiernan nuestro país.
Pervertida la ley de la Memoria Histórica, insultados y denigrados los miembros de asociaciones de la Memoria por el portavoz del gobierno Rajoy, Rafael Hernando, que dijo que “sólo se acuerdan de los muertos cuando hay que repartirse las subvenciones del Gobierno.” Palabras viles de este inhumano vividor, hombres y nombres como estos, deben servirnos de ventanas abiertas para seguir en la lucha y expulsar a toda esta canalla que merodea por el poder de un país indecente como España.
He comprobado el mar.
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Galería fotográfica cedida por su autor Bernd Kolter ©2016 copyright Bernd Kolter
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gracias por el homenaje y la memoria de quienes compartieron en burgos prision y ejecucion
Apoteósica y dolorosa despedida a un héroe. Imposible no emocionarse.