Por Fernando Saiz.
Un pueblo del oeste Americano en la meseta castellana. Ya sé que no es muy original la comparación, pero hablando un día con unas personas conocidas que trabajan en nuestro Ayuntamiento esa imagen me volvió.

Imagen creada con Inteligencia Artificial
Como sucedía en aquellas películas que se desarrollaban en el medio oeste norteamericano, en nuestra milenaria ciudad, aunque llega un momento en el quizás no queramos ser muy conscientes, nuestra economía e, incluso, nuestra propio devenir cotidiano gira en torno a un conglomerado de empresas, instituciones, fundaciones y demás, que dependen de la voluntad de una familia muy concreta.
Vaya, como sucedía en ese salvaje contexto.
En nuestro caso, por mostrarlo gráficamente, posiblemente cuando nos levantamos lo hagamos en una vivienda que ha sido promovida y construida por ese conglomerado o, en su defecto, los solares donde se levantan fueran suyos, las noticias locales con las que nos desayunamos también han sido filtradas por ese mismo emporio, las decisiones que muchos de nuestros representantes políticos en diferentes niveles también vienen condicionadas por los intereses de ese conglomerado familiar (por lo que nos filtran también parece ser que algunos de los técnicos de estas instituciones actúan siguiendo esas pautas, por lo que no solo son políticos de diferentes formaciones los que reciben ciertas prebendas esencialmente inmobiliarias), cuando acudimos a diferentes centros cívicos, ceas, centros deportivos públicos…, como mínimo, el proyecto y diseño de los mismos ha sido realizado por otra de esas empresas, si vamos a nuestro flamante hospital la comida, el aparcamiento, las sábanas nos la proporcionan alguna de las divisiones del mismo, nuestros parques y jardines también dependen de ellos.
Sí, hasta los hallazgos de las excavaciones de los yacimientos de Atapuerca, los fastos de diversas conmemoraciones (centenarios de la Catedral, etc) son presentados por el “jefe” de esta saga.
Es duro reconocerlo, pero desafortunadamente, la situación de Burgos no sólo no ha mejorado nada respecto de los años ochenta, sino que la situación de desmadrado caciquismo con las privatizaciones y “externalizaciones ” ha ido empeorando.
Al menos, que seamos conscientes, sobre todo, cuando nos presentan megalómanos proyectos.