Por Ana Fernández
El 4/11/2016 se celebró en el Parlamento de Navarra un acto organizado por el “Foro Social Permanente” en el que comparecieron y dieron su testimonio once personas que a lo largo de estos años han sido víctimas directas o indirectas de la violencia derivada del conflicto vivido en Euskal Herria.
En el acto participaron, entre otros, tres concejales del PSN que vivieron con escolta durante diez años y padecieron amenazas de distinto tipo; un concejal de la izquierda abertzale que pasó tres años de cárcel acusado de pertenencia a Udalbiltza y luego fue absuelto; el hijo de un asesinado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas; una hermana de Mikel Arregi, concejal de HB asesinado en un control de la Guardia Civil; y una hermana de Mikel Zalbalza, ahogado por la Guardia Civil de Intxaurrondo.
Reproducimos el testimonio de Ana Fernández, hermana de Sara Fernández, muerta en accidente de automóvil cuando iba a visitar a un amigo preso.
Vídeo de la intervención: https://youtu.be/p-VAJC64Jy0. NdR]
“Mila esker Foro honek hitz egiteko eta entzuteko eskaintzen digun aukeragatik, hemen, Nafarroako Parlamentuan.
Gracias por la oportunidad de escuchar y de ser escuchadas que nos brinda este Foro, aquí, en el Parlamento de Nafarroa.
Nunca es tarde si la dicha es buena, dicen…
Entiendo que este Foro nace de una necesidad urgente, la necesidad de escuchar a la sociedad civil. Gran parte de ella acallada y ninguneada, escucharla sin censura, sin manipulación, y si es posible sin odio…
Una sociedad, que no solo ha sangrado, sino que sigue sangrando.
No hace falta ningún doctorado, para saber que las heridas que no cicatrizan, son muy peligrosas, se infectan, se extienden, derivan en gangrena, en amputaciones, generan odio, dolor, distancia y más muerte.
Se nos convoca a una pequeña parte de esta sociedad como representantes de sus heridas, para intentar atenderlas, todas las heridas, con una mirada puesta en el futuro, porque creo que mi herida es tuya y la tuya es mía también.
La sociedad civil, motor de convivencia.
Y así lo creo, pero esta sociedad tiene el motor destrozado, sin embargo el problema no es el maltrecho motor… El problema es la falta de acceso a las herramientas que reclama, y que los poderes del estado niegan una y otra vez.
A la verdad de todos los relatos, no porque todavía hoy, hay muertos que no existen, o peor, que no importan.
¿Qué convivencia es posible cuando falta tanta verdad?
Nos pedís nuestro relato…, si vengo aquí a entregarlo es porque creo que todos los relatos nos pertenecen y esta sociedad tiene la obligación, el derecho y la necesidad de conocerlos.
Mi relato, ojala fuera eso, es un relato aislado, único, Ojala fuera también una historia del pasado, pero este cuento no ha acabado.
Me vienen a la memoria los elaborados mensajes que lanza la Dirección General de Tráfico, velando por la seguridad de sus ciudadanos, de qué ciudadanos?
Este relato se llama política de dispersión, es un fantasma que lleva 27 años entre nosotras.
Es una ley que castiga y mata a los familiares de los presos políticos vascos y mantiene limpias e impunes las manos de sus responsables.
Sin embargo este relato es una historia de amor. A quien le molesta este amor?
Un día como hoy, un viernes por la tarde, está ocurriendo en cientos de hogares, ahora mismo.
Una madre, ya abuela y viuda, prepara sus bolsos, y le duele todo el cuerpo, quiere ver a su hijo, que está preso a 800 km de ida y otros tantos de vuelta. ¡Ánimo Txapeldun!
Un bebé, hoy adolescente, prescinde de su rutina de amigos y tareas escolares, quiere ver a su aita, que está a 1000 Km. de ida y 1000 de vuelta. ¡Buen viaje, chaval!
Una mujer, ahora madre y enferma de impaciencia, echa mano de su amor y prepara su botiquín, quiere ver a su marido y a veces no sabe ni dónde lo tienen, si a 700 o a 1.300 Km.
Ongi ibili emakume hori!
Un joven, revisa el motor del coche, y se rasca el bolsillo ante tanta distancia, quiere ver a su amiga presa que está a 900 km de ida y 900 de vuelta.
¡Mucha suerte!
El camino es peligroso y está cargado de incertidumbre, en este camino, no solo van acompañadas de la violación de sus derechos, llevan en sus corazones 16 víctimas mortales y cientos de accidentes.
Mi hermana Sara, al igual que ellos y ellas, voló una vez más, su amor y su coherencia no entendía de fronteras.
Batió sus alas y voló, sobre alambre de espino, humillaciones policiales, sobre muros, miedo, desgaste económico, voló sobre políticas del odio, mares, sobre castigo añadidos, voló… para llegar con una sonrisa a su objetivo… Una visita de 40 minutos a un amigo, un preso político vasco.
Pero Sara no llegó a su destino. Ya estaba condenada. Caía también sobre ella una sentencia fantasma, una sentencia sin juicio. ¿Veredicto?… Culpable. La culpa?… Visitar a un preso político vasco.
Recuerdo a pinceladas su despedida. Nuestro aitatxo, nuestra amatxo, policía nacional rodeando un tanatorio, encapuchada y, ¿dispuesta a disparar?.
¿Qué hacía ahí?
Su hija muerta, mis hermanos, más policía violando el dolor, un bebé en mis brazos pidiéndome mamar, familiares, amigos, jóvenes y ancianos, más policía, mucha gente conocida y desconocida, pelotazos, gritos…
Recuerdo también las palabras de un cura, un cura humilde, que como cura echó mano de su Biblia, la misma Biblia sobre la que algunos se atreven a jurar sus cargos.
Estuve sin techo, y me acogiste.
Estuve hambriento, y me diste de comer.
Estuve desnudo y me arropaste.
Estuve preso y viniste a visitarme.
Este es mi relato, la historia interminable de la política de dispersión
¿Cómo es posible que una política del estado que solo genera dolor y muerte se dilate impune hasta hoy? ¿A quién quieren engañar? ¿Qué son los familiares?, ¿culpables o moneda de cambio?
Y nos hablan de paz… Pobre palabra.
La incapacidad del Estado español, su sed de violencia y de poder, siguen precisando de un ojo por ojo, y ahí tienen fabricada a su medida, una de las herramientas más cobarde, sutil, y perversa, para perpetuar el odio y el rencor en esta sociedad: la política de dispersión.
Euskal Preso eta Iheslariak Etxera.