Por Eduardo Nabal
Ladran luego cabalgamos frase que aparece en “El Quijote” y que bien pudiera ser también un proverbio árabe (pues Cervantes tenía buenos asesoradores allí donde y con quién estuviera).
Las violentas reacciones del PSOE al discurso del portavoz de ECR “del que todo el mundo habla” eran previsibles. No solo porque ellos mismos se han quitado la careta (en su mayoría) sino porque el político catalán, gran orador, utilizó la hábil estrategia de ponerse en el pellejo de los militantes menos afortunados del partido (a estas alturas ya engañados, si nos perdonan la expresión).
Y desde esa posición no se revolvieron en sus tumbas los fundadores del PSOE sino en sus asientos los actuales representantes de una socialdemocracia que hace mucho que se vendió a todos los poderes fácticos, como bien nos recuerda su ex/secretario general. Rufián gran orador y con una lengua viperina llena de humor cáustico, la política no tiene porque ser siempre un muermo, está cercano al arte de la actuación (pero al menos no lo disfraza) y en este caso (al contrario que otros de la izquierda española de hoy) no habló tanto de sí mismo o de su alternativa como de la situación que viene de azul y con gaviotas predadoras que recorren Europa y en España además se ríen en nuestra cara.
El discurso fue tan certero, afilado e hiriente, incluyendo alusiones al pueril caciquismo rociero de Susana Diez o a los atropellos seniles de Felipe González, que no han tardado en atacarlo por donde podían, un estilo muy elegante y habitual por estas lides.
No deja de ser una gran verdad que a pesar de su brillante y sincero discurso el partido del señor Rufián en Cataluña pacta con la derecha catalana para gobernar, lo que no parece muy coherente. Pero sacarlo ahora a colación y callarse o no gritar tanto cuando sucedió (o yo no lo oí) es algo de lo que sabemos algo en esta ciudad y en este pueblo desinformado.
Es verdad que los nacionalismos de derechas son de derechas por muy populistas que sean con sus paisanos. Y esa acusación no escapa el señor Rufián o su partido en sus pactos con CIU. Pero señores del PSOE, el discurso llegó al alma de mucha gente e hizo enfadar a otros tantos. No al señor Rajoy, que se moría de gozo de que haya un pueblo lo suficientemente ignorante o cegato para darle otros cuatro años de austericidio y corrupción, de mentiras y crimen organizado. Y encima ya casi sin oposición organizada.