Elle

EllePor Eduardo Nabal

“Elle” es la última y seguramente la mejor  o la más completa película de un director extravagante, ambiguo y dado a la polémica como Paul Verhoeven (“El cuarto hombre”, “Instinto básico”, “Tropas del espacio”, todas interpretadas de diferentes formas). “Elle” es una película que reposa sobre la capacidad de Isabelle Huppert, y en este caso de su propio personaje y enigmático e indescifrable, de moverse con soltura en situaciones difíciles entre el thriller erótico, el cine intelectual y la comedia melodramática. Incisivo retrato de una mujer aparentemente fría en una ciudad deshumanizada, movida por la codicia, la doble moral, el culto a las apariencias  y el resentimiento, “Elle” deja que la actriz se mueva en todos sus registros interpretativos , particularmente en los más oscuros, trazando un personaje que deja tantos interrogantes como situaciones distintas, cuando no opuestas, en las que se desenvuelve, ensombreciendo a los secundarios, la mayoría hombres sin mucho seso a los que maneja o cree poder manejar con resultados no siempre previsibles, y que desconciertan a los que esperan morbo donde hay sordidez.

“Elle” nos dibuja una Europa materialista, socialmente crispada, psicológicamente enferma o semi-enferma, llena de erotismo de celofán y a la vez de una violencia contenida que anida en todos los personajes, incluso cuando se mueven en esos ambientes de “discreta burguesía” en los que la protagonista parece sentirse más a gusto, a pesar de sus devaneos con el submundo del voyeurismo y la pornografía, no tan acentuados como en “La pianista” de Haneke.


La ciudad de la luz se ha vuelto la ciudad de las sombras, de la compra venta de favores, del sadomasoquismo del espíritu y los roles,  donde la cámara de Verheoven busca epatar, repugnar, hacer reír y a la vez aterrorizar al espectador con una mezcla de ácida ironía y resabios algo pretenciosos  de thriller sobre el pasado y el presente, la amenaza que viene de dentro y de fuera, el miedo abstracto a ese pasado de crímenes del padre de la mujer que nos introduce en su mundo mental  y el concreto, en  el materialismo y lo irreal. Afortunadamente no cae en el moralismo maniqueo ni presenta a la protagonista como una víctima en esencia sino como una mujer compleja ensombrecida también por aspectos que no comprende de su propia personalidad, y que la llevan a situaciones de mutismo aterrador. Las secuencias en la que es atacada sexualmente son de un realismo aterrador pero su manera de defenderse resulta cuando menos “bizarra”, como alguien que espera con inquietante paciencia la llegada de  un fantasma.

elleFrente a ella, no sabemos si supermujer de negocios , personaje atormentado o cadáver ambulante,  tenemos a una pareja de jóvenes luchando por conseguir su primer piso de alquiler y a un grupo de hombres maduros que ven en esta mujer, llena de fantasías y con un pasado familiar terrible, un símbolo de la juventud sexual  que se niegan a perder. Un filme pesimista, bien realizado, pero que no aporta nada nuevo a las aproximaciones de Haneke, Jacquot o Chabrol al lado gélido  y  oscuro de las capacidades de Huppert  como actriz de drama noir. Sus sorpresas y sus guiños ya no impresionan a pesar del esfuerzo, a la vez intenso, duro  y comedido, del director y guionista y de los sorprendentes giros, entre el suspense y la comedia  ácida y sexual, que va tomando esta historia de crueldad sentimental solo a medias verosímil, hasta  cierto punto humana hasta el espanto, hasta cierto punto deshumanizada hasta el horror, irónica en sus detalles y tal vez gratuita en algunos de sus elementos que buscan mas la originalidad que la profundización, cayendo en esa moralina tan en boga y a la vez criticándola.

Así algunos de los escabrosos apuntes de “Elle” como de manera mas banal, oportunista y efectista los de “Instinto Básico” pueden leerse como subversivos y lúdicos o llenos de liturgia conservadora sobre la decadencia de la sociedad contemporánea, aunque ambas visiones no tienen por qué ser necesariamente exclusivas y/o excluyentes como ocurría en la última película de Cronenberg, una sátira devastadora  y enfermiza sobre el Hollywood de nuestros días y a la vez un canto a la subversión desde dentro. Un grito de libertad en un universo simbólico amenazado por el fascismo y la hegemonía materialista, reaccionaria y jerárquica. 

 

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