Desde la brucelosis a la hepatitis C

vacas

Por Rufino Hernández.

Me sentía con necesidad de cambiar de chip, desconectar con la ciudad, con las tensiones que ésta provoca; por ello, aprovechando esta época estival, me vine al pueblo, a 1.130 metros de altitud, entre montañas, a las orillas del Tormes y sin televisión.

Me prometía unas vacaciones sosegadas, con libros, con paseos, con baños, en fin, desinhibiéndome, poniendo distancia con los problemas, pero no, no ha podido ser totalmente así: en el caminar de la vida se nos deben pegar imanes invisibles que atraen los problemas. Hablé con los ganaderos, hombres fornidos, con manos ásperas, y tez curtida. Siempre me habían impresionado los ojos de estos hombres. Sus miradas me trasmitían sosiego, paz, sentido común. En estos días esos mismos ojos se habían transformado, estaban más húmedos y su brillo era penetrante; ya no trasmitían paz, sino inquietud, ira, rabia. Los esfuerzos de toda una vida de los más mayores, las ilusiones y esperanzas de los más jóvenes, todo, todo se había desmoronado: La Junta de Castilla y León había dado la orden de matar a toda la cabaña bovina. Grandes y pequeños, todo el ganado vacuno ha sido sacrificado: en los saneamientos llevados a cabo por la Junta, salió una res con tuberculosis y el veinte por ciento de toda la cabaña, con brucelosis, en consecuencia, más de seiscientas vacas al matadero.

vacas en la sierra

En anteriores saneamientos solamente se mataban las vacas que daban positivo a las enfermedades. Las preguntas saltan al aire: ¿Por qué ahora se mata a todas? ¿Qué intereses se esconden detrás de estos cambios? ¿Por qué tanto ocultismo y desinformación? ¿Por qué no se permiten contraanálisis? Pero lo que más indigna, no solamente a los ganaderos, sino también al que escribe estas líneas, es saber que de los animales que dan positivo en los análisis de la Junta, en los siguientes análisis posmortem que se hacen en los mataderos, sólo el doce por ciento son considerados enfermos, los demás, el ochenta y ocho por ciento se les considera aptos para el consumo humano, por lo tanto pasan a la cadena alimentaria humana.

Sin embargo, estas noticias no salen en los medios de comunicación; tampoco informan que la Junta solamente paga a los ganaderos una cuarta parte del valor del animal y que, cuando lo hace, es con tres o cuatro meses de demora. Tampoco se informa que la Junta, en estos momentos, no tiene ningún plan de estudio de vacunas u otros medios que erradiquen las enfermedades, sabiendo, como saben, que éstas son contagiadas por la fauna salvaje: ciervos, jabalíes, corzos…

El otro conflicto que se suma a esta situación, es que la Junta no ofrece otra forma de supervivencia a los ganaderos. Con lo que sí se llena la Junta su boca, y encima utilizando palabras y gestos engolados, es con sus “políticas activas dirigidas al mundo rural”; esto sí que sale en grandes titulares en los medios. ¡Qué contradicción! ¡Cuánta hipocresía! 

Gilead, empresa comercializadora del fármaco en su web: "aprende cómo Gilead realizada un impacto positivo en el mundo"

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Por si no me habían quitado suficiente sosiego durante esta etapa vacacional, van y me invitan a la presentación del libro de Modesto González, que trata el tema de la hepatitis C.
Unos novecientos muertos, unos novecientos crímenes causados por el Gobierno, o desgobierno que padecemos, por no haber facilitado a los enfermos una pastilla que está en el mercado, 
Novecientos crímenes sin que nadie asuma responsabilidades, novecientos asesinatos sin que los otros, los de la oposición, hayan sido lo suficientemente contundentes a la hora de pedir cuentas, cárceles, ausencia de la vida pública a los irresponsables de estos desastres.

Todo esto tampoco ha tenido grandes espacios en los medios de comunicación. Lo que es verdaderamente incomprensible, es que, a pesar de estos desastres y crímenes contra la humanidad, nuevamente tengamos que aguantar en esta próxima legislatura a muchas de estas personas en el Gobierno, y que los cómplices, bien por omisión o por votación, se escondan en el silencio.

¡QUÉ DESVERGUENZA PARA LOS UNOS, QUÉ POCO VALE LA VIDA DE LOS OTROS!

Es necesario una palanca que derribe parlamentos.

Con todo esto, se extinguieron las vacaciones sosegadas que me prometía.

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