
“Vivan las cadenas”
Por Carolina Rueda Tenaz
Los recientes resultados electorales evocan épocas oscuras cuyas esencias se condensan en algunas frases lapidarias que dan cuenta de la sinrazón del sentido común imperante. La historia de España está jalonada de algunas de estas frases espeluznantes: “viva la muerte, muera la inteligencia” gritaba Millán Astray. Otra de las desconcertantes frases de nuestro ADN patrio es el proverbio “Más vale malo conocido, que bueno por conocer”, todo un canto a la desesperanza, y por consiguiente a la docilidad y la sumisión.
Sin embargo, el viejo lema absolutista y carlista “Muera la libertad y vivan las cadenas” parece ilustrar con más fidelidad el comportamiento electoral de los últimos comicios.
La frase fue acuñada cuando Fernando VII, a la vuelta el destierro, se disponía a acabar con la primera constitución española, y gobernar como un rey absoluto. Fernando VII fue recibido con alborozo popular, no en vano era llamado El deseado. Cuando la carroza se acercó el gentío desenganchó los caballos de la carroza de Fernando VII para que el honor de llevar al rey absoluto recayera en personas del pueblo…

“más vale lo malo conocido”
La victoria electoral del PP de los recortes, de Rajoy, de Bárcenas, de Rato, de los sobres, de la contabilidad en B, de la Gürtel, de Rita Barberá, de la trama Púnica, es un himno a la sumisión, a la cobardía y a la sinrazón salvo si atendemos a la psicopatología.
El resultado electoral no es sino una capitulación parcial pero capitulación al fin y al cabo al marco de referencia de la élite extractiva de nuestro país, es decir, los que se han beneficiado de la crisis, de la corrupción, de las privatizaciones y amnistías fiscales. Un marco de referencia adobado por el Ibex-35, las cloacas de la policía política, los medios de comunicación, y los partidos del régimen de la restauración borbónica.
La cuestión ha consistido en convencer a parte de la gente que ha sufrido el paro, los recortes, o los desahucios, que el peligro no se encuentra en los antes mencionados sino en los comunistas, Venezuela, los okupas de Barcelona, o el Brexit.
En definitiva el 26-J España ha votado por lo malo conocido, como si tuviera miedo a sacar la cabeza del confortable acomodo que le ofrece la guillotina. España ha vuelto a gritar con fuerza ¡Vivan las cadenas!