Por Burgos Dijital
Según informaciones de un fotógrafo de la prensa francesa, diez tanques de Turquía y equipo pesado cruzaron la frontera el pasado 25 de Agosto. Tras una larga noche de bombardeos, cientos de miembros del llamado Ejército Libre de Siria (FSA) ,la oposición Siria, tomaron el control de Jarabulus, con la ayuda de varios tanques blindados turcos. Algunos medios sostienen la hipótesis de que la maniobra turca ha sido realizada para evitar el avance por el Oeste de las YPG Kurdas apoyadas por EEUU, lo cual es otra conjetura que indica que la guerra contra el Estado Islámico, Daesh o Califato es la mayor de las mentiras creadas de cara a la ciudadanía y la opinión pública para que cada país involucrado en esta guerra actúe según sus intereses expansionistas. Curiosamente al producirse esta entrada a través de la frontera no ha habido ningún tipo de resistencia ni rastro del Estado Islámico, cuyos paramilitares han realizado una retirada relámpago. A día de ayer, Turquía sigue bombardeando la zona de control kurdo.
El gobierno sirio ha calificado de “violación flagrante” la incursión del ejército turco militar en su territorio con el pretexto de la lucha contra Daesh. También ha matizado que la lucha contra el terrorismo islámico en el territorio sirio por cualquier parte debe efectuarse a través de la coordinación con el gobierno sirio (laico) y el Ejército Árabe Sirio que está librando estas batallas desde hace más de cinco años, y condena a la vez esta violación flagrante a su soberanía, afirmando que la lucha contra el terrorismo no debe ser para expulsar a Daesh y traer en su lugar a otras organizaciones terroristas apoyadas de forma directa por Turquía.
Una vez más la única certidumbre de esta guerra es que vuelve a quedar demostrado que la guerra contra el terrorismo es un subterfugio o excusa barata para profundizar en una guerra civil en el país sirio y derrocar al régimen actual (de perfil laico) para repartirse el pastel (mediante la guerra permanente); una historia muy similar a la ocurrida en Libia o Irak. Curiosamente Turquía, que hace semanas vivía un intento de golpe de estado acusando a EEUU de ello, ahora participa en la invasión de Siria al mismo tiempo que la coalición internacional liderada por los americanos; es difícil saber si el país otomano actúa por su cuenta contra los kurdos, o bien actúa alineado a sus compañeros de la OTAN (EEUU). Si así fuera estaría colaborando con el país al que acusó de estar detrás del intento de golpe de estado el mes pasado, lo cual evidenciaría que ese golpe fue un burdo montaje (con una purga de 60000 trabajadores y 11000 detenidos).
En esta danza teatral de intereses de pillaje y saqueo por parte de EEUU y la OTAN nada es lo que parece, y está claro que a pesar de la actuación en legítima defensa del Gobierno Sirio con la ayuda de Rusia, Occidente y sus aliados países del Golfo quieren repartirse la tarta siria como antaño se hizo con Yugoslavia, Irak, Afganistán o Libia mediante el patrocinio de paramilitares, mercenarios y balcanización de la región. Con la invasión turca nada estará claro hasta ver la actuación al respecto del resto de actores los próximos días. Hasta ahora solo ha habido una reacción, la de Alemania que está considerando la transferencia de sus aviones militares instalados en la base turca de Incirlik (desplegados en apoyo de los ataques aéreos de la coalición liderada por Estados Unidos) a bases de Jordania o Chipre.
Y es que no hay nada como patrocinar a un gobierno títere y sumiso ante los intereses neocoloniales para hacerse con el control de los recursos de una nación, porque es ya evidente que las acciones de EEUU y Turquía no parecen querer llevar la democracia, la emancipación de la mujer, el laicismo o los derechos laborales (como tampoco ocurrió en Irak, en Libia, en Malí o en Afganistán). A la guerra contra el terrorismo iniciada tras la caída de las Torres Gemelas no le queda ya nada de credibilidad aún a pesar de los premios nobeles de la paz que quieran otorgar al presiente de EEUU, o los atentados de falsa bandera que se organicen y que lejos de perjudicar a la clase política que instiga estas gestas bélicas (casualmente nunca son objetivos militares), beneficia e incrementa los bombardeos como respuesta visceral de la opinión pública ante muertos civiles (como en el caso de Francia con los atentados de París).
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