“Trumbo”, el mejor filme, hasta la fecha, del realizador Jay Roach

TRUMBO DOSPor Eduardo Nabal

Director: Jay Roach Guión: John Namara  Intérpretes: Bryan Canston, Diane Lane, Helen Mirren, Ellen Flaming, John Goodman.

“Trumbo”, el mejor filme, hasta la fecha, del realizador Jay Roach es también una de las mejores películas sobre la “caza de brujas”, uno de los más vergonzosos periodos en la historia sociopolítica de Estados Unidos en el siglo XX.

Una época marcada por el miedo, el neoconservadurismo, la delación y el furor contra antiguos izquierdistas. Pero es, sobre todo, una inteligente aproximación a la época basándose en un insuperable “tour de force” interpretativo de Bryan Canston que logra transformarse en el famoso escritor y guionista entre los más conocidos de la larga lista negra fabricada por el tristemente famoso “Comité de Actividades Antiamericanas”.

La ambientación cuidada, el ritmo extraordinariamente ágil, los sabrosos diálogos y algunos secundarios de lujo (como Helen Mirren o Ellen Flaming) ayudan a Roach a ocultar que es un director solvente aunque sin un talento especial, como, de otra manera, ocurrió con el Trumbo guionista.

La película, que contiene imágenes documentales muy bien integradas con otras de ficción o reconstrucción histórica, supera a muchas de las realizadas sobre aquel “tiempo de canallas” como lo llamó Lillian Hellman. La vida pública y privada del personaje, las relaciones con los amigos antes y después de un tiempo de tormentas políticas llevan a una cierta idealización del personaje, en un filme atento a los detalles y basado en la biografía escrita por Robin Cook. Así, no se menciona el libro “Johnny cogió su fusil” – su gran novela- y el filme no puede contarlo todo pero se trata de una ilustración sólida e intensa de un periplo vital y un periodo que nunca ha acabado, el del miedo a la libertad de expresión frente al poder y la influencia del “establishement” que aquí adopta la forma de grotescos patriotas y derechistas sin demasiados escrúpulos a la hora de atemorizar a sus compañeros o a sus empleados.

Tal vez suena algo trillado el discurso final pero eso no impide el disfrute de una película que, sin dejar de estar destinada al gran público e impidiendo las caídas de ritmo, muestra una inesperada valentía en su alegato y en su dimensión humana. Destacan por su crudeza las escenas de Trumbo en prisión mientras que el filme se atiene a algunos clichés más hermosos que verdaderos sobre la industria de Hollywood y la época y los personajes que retrata.

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