Por Celine Martin
Cinco años. Corría el año 2014. La zanja de la calle Vitoria recién cerrada, todavía exaltados los ánimos, el aire sabía a victoria y alargaban los días. Entonces apareció, como una promesa: una oportunidad de convertir la resistencia en proyecto, la oposición popular en propuesta política; un partido nuevo.
Burgos se volcó con Podemos como ninguna otra ciudad de su entorno. Asambleas multitudinarias; grupos de trabajo horizontales; intrigas, gritos, agresividad, risas y la ilusión de que nacía una nueva manera de hacer política, muy imperfecta pero viva, una eclosión que no tendría vuelta atrás.
Han pasado cinco años. Poco queda de aquello. Desde entonces Podemos Burgos se ha ido desangrando mes a mes, gota a gota se ha ido marchando gente válida y gente menos válida, dejando en silencio los espacios comunes.
Una estructura organizativa profundamente autoritaria, unas consultas cada vez más escasas y risibles, que culminaron en el patético referéndum del chalet, un contenido ideológico estrictamente supeditado a las encuestas electorales, una guerra interna despiadada; a estas condiciones adversas a nivel estatal se añade, en Burgos, el desembarco de un pequeño grupo procedente de Izquierda Unida que en poco tiempo copa los puestos de poder y se encarga de amordazar el debate interno. De Podemos en Burgos queda la carcasa, es decir los cargos, y lo que parecía más valioso: la marca.
Como los del primer Podemos fracasamos ya una vez al intentar predecir el futuro, no me arriesgaré a asignarle una duración de vida a esa marca. En el fondo da igual: si los dirigentes son los mismos, un cambio de nombre no cambiará nada. Cuando Pompeyo y César murieron sucesivamente asesinados, virtualmente la República ya había muerto también, antes incluso que ellos, dando paso a otro régimen, el Principado.
Me interesan más todas las personas que hicieron posible el formidable ímpetu de 2014 y su replicación en 2015: porque, con unas excepciones, fueron las mismas las que crearon Imagina Burgos unos meses después para conquistar la ciudad. Ni Imagina Burgos nació gracias a Podemos, ni se puede entender como oposición a Podemos. Ambas fuerzas se gestaron a la vez, en los mismos círculos, de un solo aliento La memoria humana es corta.
Por eso quería refrescárosla, tal vez porque soy historiadora y me pertenece contar historias históricas, o porque en las sociedades tradicionales la memoria colectiva se solía encomendar a las mujeres de cierta edad. En cualquier caso, la historia no tiene final, y las historias tristes pueden dar paso a un futuro más alegre. Algunos buscan la confrontación porque les da poder; pero el resto, la mayoría, somos los mismos. Somos los mismos que cuando empezamos.
Imagina Burgos es una formación que en su momento resultó muy peligrosa para la oligarquía porque casi sacó más votos que el Psoe y eso no podían permitirlo los integrantes de un proyecto de Ingeniería social y control de masas como es Podemos (que se debe a poderes de control social), de ahí que luego cuando no pudieron controlarla al 100 % con la entrada de otra gente en la concejalía intentaran dinamitarla o escindirse.