El PSOE y la estrategia Lemming

10309644_10154830460820620_6259811924536745143_n copia copia

“El suicidio del PSOE”

Por Ismael A. Fernández

Hay algo de tozudez suicida en la estrategia seguida por el PSOE durante esta brevísima legislatura.   La vieja socialdemocracia ha renunciado a liderar un proyecto de cambio junto a otras fuerzas de izquierda que le hubiera servido para redimir su pasado reciente.  El partido sobre el que ha pivotado toda la política del régimen de la segunda restauración borbónica puede haber perdido la última oportunidad para evitar caer en la marginalidad política.   El PSOE, ha sido el rey de los pactos durante los últimos 40 años.  Su capacidad para alcanzar alianzas con un amplio espectro político, no sólo le ha permitido gobernar en todo tipo de instituciones desde ayuntamientos a la Moncloa.  En los pactos además desplegaba encantos de mantis religiosa, y los compañeros de viaje acababan engullidos por una rosa que devenía planta carnívora ¡Qué se lo pregunten a Izquierda Unida!  Sin embargo, y por no salir de la zoología, el PSOE  parece en este caso haber optado por la estrategia del Lemming;  un pequeño roedor, protagonista de una leyenda en la que miles de individuos de esta especie tras una larga migración deciden suicidarse colectivamente despeñándose por un acantilado.

El 20-D, los de Sánchez , parecían haber conjurado la amenaza de Pasokización.  A  pesar de la inverosimilitud del mensaje de cambio en quienes mostraron la senda de los recortes a Rajoy.  A pesar de presentar a un candidato plastificado, más propio de casting  televisivos y por consiguiente tan mono como gélido e insustancial.  A pesar de realizar una campaña a la altura de su cabeza de lista, Sánchez podía presumir de haber mantenido el barco a flote.  El PSOE seguía vivo.  La caprichosa aritmética confería a los exiguos noventa diputados de Sánchez una relevancia de la que habían carecido otros.  Tras las elecciones  Sánchez tuvo la oportunidad de ser presidente del gobierno, romper para siempre el discurso de la casta, y preparar la encerrona a Podemos, como antes habían hecho con todos los demás.  La nueva política había obtenido unos buenos resultados, pero no habían logrado desbancar al bipartido.  El llegar terceros en una fiesta para dos no era el asalto a los cielos que vaticinara Pablo Iglesias.  Para el PSOE hubiera  bastado hacer lo que se suponía para rentabilizar como nunca unos resultados tan magros.

Y sin embargo parece que el PSOE no sólo ha extraviado por el camino a la mitad de su electorado, parece haber perdido incluso el instinto de supervivencia.  Sánchez ha demostrado ser lo que se sospechaba,  un líder de chicha y nabo, sin el coraje necesario para enfrentarse a los jefes de la trastienda, sin el descaro de un Felipe González, sin el carácter ni los arrestos que le suponen a  una persona que aspira a ser presidenta del gobierno.

Como en el suicidio colectivo de los Lemmings la abnegación con la que el PSOE se afana en la autodestrucción, tiene el atractivo y la belleza de lo decadente.

Ante un escenario de nuevas elecciones hay muchas incertidumbres, pero se vislumbran algunas certezas.  En primer lugar, no parece plausible que quien no votara a Sánchez entonces lo vaya a hacer ahora.  Las encuestas sugieren más bien,  que el pacto a lo burlesque con Ciudadanos será la vía por la que fluya la hemorragia de votos pesoístas a derecha e izquierda.   En segundo lugar, parece claro que tras vetar la entrada de Podemos en un ejecutivo liderado por él, parece evidente que no apoyará una la investidura de Pablo Iglesias a la presidencia.  Es decir, votar PSOE el 26-J facilitará la investidura de Rajoy y la continuación de las políticas del PP.  En tercer lugar, a lo máximo a lo que puede aspirar el PSOE a partir de ahora es que sus votos no sean necesarios para una investidura de Rajoy,  ya que sólo así podrá seguir contando la milonga de ser un partido de izquierdas.

Como en el suicidio colectivo de los Lemmings la abnegación con la que el PSOE se afana en la autodestrucción, tiene el atractivo y la belleza de lo decadente.  Una de las causas esgrimidas para explicar el sorprendente comportamiento de los roedores era que genéticamente estaban predispuestos a quitarse de en medio por un sentido de responsabilidad para con la especie. Al parecer la migración suicida evitaba una excesiva proliferación de individuos, que pondría en riesgo a toda la especie.  Isn’t it lovely? Los roedores sacrificando sus vidas en beneficio de la comunidad, como los trescientos de las Termópilas… Es de justicia reconocer lo inesperado de la determinación socialistas.  Muchos pensábamos que el sometimiento del PSOE a las políticas de la troika cesaría, al menos,  cuando se pusiera en juego la supervivencia del partido.  ¿De qué van a vivir los apesebrados socialistas?   Así pues hay que reconocerles su inequívoca resolución.

En el sacrificio del PSOE, no hay sin embargo ni rastro de la épica de los roedores.  No tiene por objeto salvaguardar los  ideales que un día defendió la organización, ni una historia con no pocas luces protagonizada por valerosos hombres, y mujeres, militantes socialistas que  sí dieron sus vidas por la justicia y por la libertad en nuestro país.  La razón por la que el PSOE procede a su sacrificio es bastante más prosaica.  Es una cuestión de adicción a las políticas neoliberales de la troika que ya implementaron, Zapatero,  Blair, Schroeder, Papandreu,  y Hollande.  El histórico partido ha sido incapaz de liberarse  de la sombra de sus fantasmas, Felipe González y Juan Luis Cebrián, que como cabezas de puente del Ibex-35 han decidido exigir el último servicio al PSOE para que el suculento tinglado se mantenga.  La última labor que le han encomendado es la de ser un trasto o un obstáculo  en el campo simbólico de la izquierda política mientras da tiempo a la derecha a reorganizarse.  Empieza a cotizar más su muerte que su supervivencia.  ¿Qué te ha ocurrido Partido Socialista Obrero Español?

Deja un comentario