Por Carles Giménez
Naciones Unidas se ve totalmente incapaz de frenar la peor masacre de los últimos meses en la República Centroafricana, que se salda con 26 aldeanos asesinados el pasado domingo. Según fuentes de la agencia Reuters la Misión de Mantenimiento de la Paz de Naciones Unidas, MINUSCA, ha desplegado tropas en el área después de que se hayan confirmado los asesinatos. Este episodio confirma la oleada de violencia que se vive en la región con la creciente tensión entre los dos principales bandos político-militares: los combatientes Seleka y sus rivales Anti-Balaka. Naciones Unidas lamenta la pérdida de vidas humanas que se ha registrado y denuncia los ataques contra la comunidad humanitaria y el personal de la organización, ha informado la misión en un comunicado.
La credibilidad de Naciones Unidas en la región cada vez se encuentra más deteriorada; Sobre todo si recordamos que el año pasado dimitió el jefe de la misión de la ONU en la República Centroafricana, Babacar Gaye, por supuestos casos de violación por parte de los cascos azules, que han sido denunciados por Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
No es la primera vez que las dos ONGs internacionales de EEUU, Amnistía Internacional y Human Rights Watch, emiten contra la ONU acusaciones de violación y abusos por parte de cascos azules en la República Centroafricana.
Amnistía Internacional (AI) alertó a la ONU en agosto de 2015 para investigar una presunta violación a una menor de 12 años y el supuesto asesinato “indiscriminado” de un adolescente de 16 años y de su padre por “cascos azules” desplegados en el país. También la ONG Human Rights Watch alertó de varias violaciones, aún por verificar, en abril de este año. Pero también hemos de valorar estos hechos (actualmente investigados por la ONU) sabiendo que algunas ONGs norteamericanas de jurisdicción internacional (como Amnistía y Human Rights Watch) suelen ocultar o mantener en absoluta privacidad que su financiación proviene de multinacionales de EEUU, por ejemplo en el caso probado de Human Rights Watch la ONG posee financiación de la marca de tabacos Winston, la marca Ford, el Fondo Nacional para la Democracia, creado por Ronald Reagan, financiado por el Congreso de los Estados Unidos y dedicado a promover la visión de la democracia que conviene a los intereses norteamericanos. Entre los miembros honoríficos de Human Rights Watch se halla, por ejemplo, el Senador John McCain.
También hemos de valorar el conflicto en su conjunto y tener en cuenta que la República Democrática del Congo, con quien también hace frontera la República Centroafricana, es el mayor productor mundial de un mineral llamado coltán. Este recurso tan preciado en Occidente y Asia es responsable de entre cuatro y cinco millones de muertes al año. El coltán es una mezcla de columbita y tantalita; este último, un elemento conductor muy resistente que se usa para tabletas y teléfonos móviles de última generación así como para la fabricación de misiles teledirigidos. Quien controla el coltán tiene el poder.
En marzo de 2013 la República Centroafricana vivió un golpe de estado de la mano de la coalición política Seleka, formada por cinco grupos de islamistas radicales, que acabó con el gobierno democrático de François Bozizé. El golpe de estado pudo ser posible por la herencia armamentística de un importante arsenal de armas a raíz de la muerte del exmandatario de Libia, Muamar Gadafi, gracias a la intervención de la OTAN en Libia. Las metralletas y kalashnikov que tenía el gobierno libio, a quien se las habían vendido países como Alemania, España o Francia, se repartieron entre diferentes grupos terroristas de Mali, Burkina Faso o Somalia. Ambos factores posibilitaron el golpe de estado. La ONG de EEUU Human Rights Watch (que cuestiona la credibilidad de la ONU en la zona) de hecho dio su apoyo públicamente a la intervención de la OTAN en Libia. La coalición islamista centroafricana Seleka fue financiada por las petromonarquías del Golfo Pérsico (tradicionales aliados de EEUU, que ahora combaten a sus rivales Chiíes en la guerra de Yemen con apoyo de Occidente), que viven del petróleo y del gas, y la relevancia política de dicha coalición (tras el golpe) fue reconocida por la Comunidad Económica de Estados Centroafricanos el 18 de abril de 2013 a condición de que convocaran elecciones generales en un plazo de dieciocho meses; sin embargo, Seleka entró en las alcaldías y quemó todos los catastros, las fichas y los archivos con la intención de tener que hacer un nuevo censo electoral.
Seleka pensó entonces en ayudar a islamistas radicales de Sudán y del Chad, fronterizos de RCA, para que se hicieran pasar por centroafricanos en el nuevo censo, poder así obtener su voto y en consecuencia el poder de manera legítima. La guerra civil en el país se agravó hasta el 10 de mayo de 2015, día en que los grupos armados rivales de República Centroafricana, Seleka y Anti-Balaka, firmaron un Acuerdo de Paz. Sin embargo, la violencia en la República Centroafricana ha continuado día a día hasta el presente. La Misión multidimensional Integrada de Estabilización de Naciones Unidas en República Centroafricana (MINUSCA) renovó su mandato este año hasta el 15 de noviembre de 2017.
No debemos olvidar, a pesar del silencio de los medios, que detrás de este repunte de la violencia también se esconden motivos económicos. Y que el Coltán es el principal culpable del sufrimiento del pueblo centroafricano. Los señores de la guerra han sido también un problema añadido dado que durante años en la zona, cruzando varias fronteras, se han dedicado a secuestrar a niños de entre 12 y 15 años para que les sirvan de transportistas del coltán robado, con el que trafican en el mercado negro. La economía de la vecina Ruanda ha crecido notablemente gracias a que su presidente ha ordenado el robo del coltán congoleño para poder venderlo en el mercado negro de su país a empresas estadounidenses, chinas, alemanas o japonesas.