Lecturas feministas para recibir el año

Por Natalia Blanco

Reyes, nochebuena, nochevieja. Fiestas, así de entrada, poco amigables para las mujeres libres y las jóvenes sin mucho tiempo libre. Pero si te da el bolsillo para regalar un libro acuérdate de la literatura escrita por mujeres, mujeres ayer y hoy que leen o pueden escribir. Mujeres inquietas en un mundo heteropatriarcal.

Se acaba de publicar en castellano el espectacular retorno a la novela de Edna O´Brien una veterana que, en su juventud, casi fue expulsada de la Irlanda Católica por su pionera “Las chicas del campo”, escrita a finales de los años cincuenta. Por estos lares hemos contado por los viajes de June Fernández (co-fundadora de la revista Pikara y autora de sus “10 ingobernables”) y también con un nuevo libro de memorias de una leyenda viva de la música, toda una superviviente.

Se trata de “M. Train” el evocador palimpsesto de Patti Smith tras el éxito internacional de la también autobiográfica “Éramos unos niños”. No hemos de olvidar la traducción (por fin) al castellano de “La frontera. The new mestiza” de la chicana Gloria Anzaldúa, de las memorias de la “pantera negra” en activo Ángela Davies o la reedición en bolsillo del ya mítico y pionero “Manifiesto contrasexual” del burgalés Paul B. Preciado (antes Beto Preciado) o el espléndido ensayo “Poesía lesbiana y queer” de Elena Castro, centrado en autoras en lengua castellana de ayer y hoy, de Sánchez Saornil a Txus Gutiérrez pasando por Cristina Peri Rossi o Gloria Fuertes. No ha faltado la prosa poética de Winterson (“Espejismos”, “El hueco del tiempo”) ni una tímida y a la vez osada reedición de la novela erótica y feminista de la francesa Violette Leduc bajo el título de “Therese e Isabelle”, una breve historia de amor y erotismo entre dos amigas adolescentes. Películas de principios de año como “Carol” de Haynes-Highsmith o “La chica danesa” han recuperado para el gran público lector auténticos clásicos infravalorados de la literatura feminista, lésbica y trans del siglo XX. Tampoco está de más revisar los relatos de Alice Munro. Algunos de ellos han dado lugar a esa incomprendida “Julieta” de Almodóvar que compite, nuevamente, en los Goya con una sarta de películas de policías.

 La colección de relatos breves e iconoclastas “Posiciones geográficas” de Susana Traznik y la colección de ensayos “Transfeminismos. Epistemes y flujos” nos recuerdan que el feminismo, el anti-racismo, post-feminismo y la “teoría queer” son compañeros de cuna y de cama. Inolvidable también la apuesta de la editorial Dos Bigotes por las autoras clásicas desde el libro colectivo “Ábreme con cuidado” o “Virginia amaba a Vita” de Pilar Bellver, modélicos ejemplos de meta-ficción tejida por autoras en lengua castellana.

Un año crucial y difícil éste para las nuevas autoras donde no han faltado, a pesar de todo, novedades como “Malditas. Estirpe transfeminista” lo último de Itziar Ziga, la novela cubana “Domingo de Revolución” de Wendy Guerra (“Negra”) o reediciones de lujo, como la inmensa “Zami”, biomitografía de Audre Lorde, que se autodefine mujer, lesbiana, negra, poeta, guerrera y madre que se abrió camino con coraje en tiempos y lugares adversos, los EEUU de Eisenhower, no tan distintos, en muchos aspectos, a los de Trump.

Otra gran autobiografía, está mucho más reciente, ha sido “Mi vida en la carretera” de Gloria Steneim, otro nombre clásico del feminismo estadounidense de los sesenta que, como todos, sus libros se lee de un tirón. O en formato digital tenemos los recuerdos del activista trans Pablo Vergara o el “Foucault para encapuchadas” de Leonor Silvestri.

Algunos de estos libros están ya en bibliotecas así que su cada vez más abusivo precio (un verdadero acto de terrorismo anticultural, que no contracultural) no debería impedirnos acércanos a alguno de ellos y su mecha más incendiaria que los inevitables cohetes y petardos que saludan el nuevo año.

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