La otra cara de la Madre Teresa de Calcuta

Por Carles Giménez

“No somos monjas, no somos doctoras, no somos maestras, no somos trabajadoras sociales. Somos religiosas, somos religiosas, somos religiosas” Palabras de la Madre Teresa según el investigador y doctor en Calcuta residente en Londres: Aroup Chaterjee (uno de sus mayores críticos).

Ronald & Teresa de Calcuta

El presidente de EEUU Ronald Reagan entregándole a la Madre Teresa la Medalla Presidencial de la Libertad en la Casa Blanca, 1985.

Agnes Gonxha Bojaxhiu, más conocida como la Madre Teresa de Calcuta, nacida en la actual Skopje, Macedonia, fue nombrada por los medios de comunicación como “El Ángel de los Pobres”; murió en 1997 y fue beatificada en el año 2003. El premio Nobel de la Paz le fue otorgado en 1979.

Los medios de comunicación y la influencia de los poderosos de los que llegó a rodearse hicieron de ella una figura alabada mundialmente; Sin embargo existen testimonios que ponen en entredicho su labor. A pesar de la fama mundial de Teresa de Calcuta como persona humanitaria y salvadora de vidas, puede decirse que le interesaba más salvar almas. La prensa creó una imagen de ella como una persona humanitaria,  y como una mujer santa que dedicó su vida a los empobrecidos, pero quizá se hizo un mito de una persona que solo se dedicaba a rezar, cuyos  métodos curativos eran muy elementales por no decir negligentes (uso muy limitado de analgésicos) y cuyas capacidades no podían salvar la vida de casos graves, en los cuales lo único que recomendaba era hacer oración al paciente y entregar su sufrimiento a Cristo.

El hospicio en Calcuta por el que obtuvo amplio reconocimiento, y el cual salía en reportajes y documentales, era muy pequeño, tan sólo tenía 80 camas y proporcionaba un servicio médico mínimo en un lugar de numerosa población. Varios testimonios incluida una investigación  del periódico The Guardian aseguraron que mientras ella vivió, las agujas fueron recicladas, todos los pacientes eran obligados a llevar la cabeza rasurada y los analgésicos casi no se usaban. Y es que lo más notorio en la historia de la Madre Teresa era su culto al sufrimiento, de hecho Aroup Chaterjee asegura que enseñaba insistentemente que el sufrimiento era bello si se evocaba el sufrimiento de Cristo; sin embargo, cuando ella enfermó sólo se internó en exclusivos hospitales para tratarse.

La orden aceptaba dinero de fuentes sumamente sospechosas pertenecientes a las élites adineradas, especialmente del especulador estadounidense Charles Keating, acusado y juzgado por el fraude masivo en el sistema de cajas de ahorro y préstamos de EEUU, actualmente considerado un notorio ladrón en su país. Se sabe que incluso en el juicio la Madre Teresa intercedió por él.

El máximo interés de la Madre Teresa (como religiosa fanática) era lograr cristianizar a los enfermos antes de que murieran, y de hecho así lo hizo ya que consiguió convertir a muchos de ellos al cristianismo en su lecho de muerte. Los voluntarios que trabajaban en la orden, no tenían preparación médica alguna, por lo que se puede afirmar que la Madre Teresa era  una persona con una mayor preocupación por la vida después de la muerte que por salvar la vida de los pobres en el mundo real, una imagen que no se corresponde ni con la santidad ni con la imagen humanitaria que de ella se ha dado, puesto que su interés lejos de ser humanitario era meramente ideológico-religioso (catolicismo).

Charles Keating

El banquero y financiero estadounidense Charles Keating y la Madre Teresa

Actualmente sigue siendo muy destacable la opacidad económica de la orden religiosa, tanto en gastos como en ingresos, así como la utilización de recursos médicos muy pobres en relación a los millones de dólares en donaciones que lleva recibiendo desde antes del fallecimiento de la Madre Teresa, cantidad muy superior al presupuesto de algunas ONGs en la India que se sirven de medios médicos profesionales de primera línea y cuyas cuentas son transparentes. Aroup Chaterjee, asegura que los medios médicos de la orden nunca fueron adecuados, aunque en la actualidad han mejorado, pero no lo suficiente.

Se puede constatar que en ausencia de medicinas tan solo se sirvió de la oración y resignación con los casos terminales, algo que pudo suponer una tortura sin medios médicos y en otros casos una muerte por negligencia que con medios adecuados (financiados) podría haber evitado; Por ello su labor no la convierte en la grande y piadosa figura que el mundo mediático ha hecho de ella y mucho menos en una santa con capacidad de hacer algún milagro que pueda llevar a su posterior canonización.

Su repercusión internacional tampoco fue manejada con un rigor “coherente”, pues aunque la religiosa siempre aseguró que ella no hacía política (está claro que el Vaticano la hizo por ella), dio su reconocimiento –por haber recibido donaciones-, entre otros, al dictador de Haití Jean-Claude Duvalier o al régimen totalitario de Enver Hoxha, en Albania, algo difícil de asumir por una persona de sólidos principios éticos y valores humanitarios.

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