Por Rufino Hernández
Con un equipo enfrentado y dividido, el alcalde amenaza a la oposición con una moción de confianza, mientras la oposicion pide reprobar al alcalde por su dejadez en Artillería
Pasando los Reyes, es la hora de empezar a llevar a cabo los proyectos que hicimos al finalizar el año viejo. Por experiencia de la vida, sabemos que muchos de estos propósitos van a perderse por el camino, nos ha pasado tantas veces. A nuestro señor alcalde le debe pasar algo parecido. El 29 de diciembre salió de su papelera, llamó a sus amigos de la prensa oficial, los de la prensa canalla no le interesan, y en un acto de arrojo y valentía les dijo: El año 2018 vamos a llevar a cabo 25 actuaciones, o más, que van a cambiar la ciudad, y las fue desgranando.
La prensa es muy respetuosa con el señor alcalde, lo exigen los dueños de los periódicos, nadie le advirtió que muchas de esas obras las había propuesto la oposición, pero, en caso de que le hubieran hecho la observación, tampoco le hubiera importado, él tiene bien asumido el papel de alcalde, y que tiene que barrer para casa.
El señor Lacalle sabe que en 2018 no podrá hacer grandes obras, ya que no le van a aprobar los presupuestos, por lo tanto, quedarán por el camino, lo peor es que no las podrá inaugurar. Que no se preocupe, bastante tiempo y trabajo tendrá que dedicar en conseguir la paz entre los equipos de Carolina y Gema Conde.
Tiene otro asunto que le preocupa más: ha de encontrar un escaño al que calentar, y, si es posible, en Madrid. En Burgos ha descubierto que es muy difícil “gobernar” en minoría, ya no puede ostentar ni utilizar los poderes de Faraón como antaño, y por si esto fuera poco, vuelven los de Gamonal a complicarle la vida, esta vez con motivo del Parque de Artillería. Pintan bastos, señor Lacalle. Con esta debilidad y sacando fuerza de de su propia flaqueza se ha atrevido a poner un órdago encima de la mesa: Proponer al Pleno una moción de confianza en caso de que no le aprueben ciertas modificaciones en los presupuestos.
Al que escribe estas líneas, la amenaza del señor alcalde le ha dejado descolocado y le sigue abriendo interrogantes: ¿Qué conocimiento o qué información tendrá Lacalle de la oposición para que, en esta situación de división, de enfrentamiento y falta de liderazgo en que se encuentra el equipo de Gobierno, se atreva a echar este órdago a esta altura de la partida?
Entre unos y otros, pronto nos irán dando la respuesta. Sí tenemos una certeza, y es que, faltando casi año y medio para las próximas elecciones, todos están buscando un lugar ventajoso de salida.
El señor de la Rosa también salió a la palestra para hacer balance del 2017 y, aprovechando la ocasión, sin despeinarse y de forma elegante, atacar al PP por su mal gobierno, por no haber cumplido el pacto que entre ambos partidos tenían firmado.
El señor de la Rosa no se acuerda de aquellas bravuconadas del señor Fernández Santos en las tertulias y plenos, en los que afirmaba que era el PSOE el que gobernaba en el Ayuntamiento de Burgos; bravuconadas que el señor de la Rosa, eso sí, en un tono más modosito, aceptaba y reproducía. Pues admita usted su fracaso, si el Ayuntamiento de Burgos está mal gestionado, es también porque “el PSOE gobernaba”.
Es verdad que el PP no ha cumplido el acuerdo de gobierno que tenía firmado con el PSOE; Daniel no es nuevo en política y menos Fernández Santos, ya sabían lo que iba a suceder, de qué se quejan ahora. El fracaso del pacto es fruto de la política de este partido, han querido ser gobierno y oposición al mismo tiempo, han querido mantener “la gran alianza”, nadar y guardar la ropa, y al final, ni chicha ni “limoná”. Los únicos que han perdido han sido las vecinas y vecinos de Burgos.
Con estas reflexiones caminé hasta la calle Diego Porcelos, donde está el edificio que alberga a los grupos municipales. Quise entrar primeramente a las oficinas del Cs, pero recapacité: Estos señores de Ciudadanos están muy subiditos, enganchados al cañón de los eslóganes, es su único programa, que por cierto, en Cataluña les ha funcionado. Ahora tendrán que seguir caminando con el mandil extendido para seguir recogiendo las migajas y los mendrugos que se caigan de la cesta del PP.
Me di media vuelta y entré en los despachos de IMAGINA. Observé su actividad: concejales que entraban, que salían, que hacían consultas de jurisprudencias, y de nuevas formas utilizadas por otros Ayuntamientos… en un momento pregunté: ¿Cuántas proposiciones habéis presentado en los plenos? –Setenta, de las cuales veinticuatro nos aprobaron por mayoría, veintiséis por unanimidad, doce fueron presentadas de forma conjuntas y ocho fueron denegadas-, respondieron.
¿Cuántas de todas esas proposiciones que os han aprobado se han llegado a realizar?
-Una mínima parte, no llegarán ni a cinco-, me contestaron.
No quise hacer más preguntas, me marché, comprendí la pobre relación existente entre el trabajo realizado y los frutos conseguidos, y seguí haciéndome preguntas: ¿Hasta qué punto es efectivo participar en la estructura del Ayuntamiento?
El Ayuntamiento de Burgos, en su estructura, es un cofre herméticamente cerrado, tiene los vicios cosechados por su historia, por sus endogamias, por sus clientelismos; durante estos últimos cuarenta años ha estado gobernado por gentes de la derecha más rancia y conservadora, excepto los cuatro años de Olivares.
Romper estas inercias exige un trabajo fuerte, poner una parte de las fuerzas en las estructuras del Ayuntamiento y la otra parte, en los barrios, en las calles, en las asociaciones vecinales, culturales…
Habrá que seguir por caminos de esta índole, sería un buen programa para 2018.