Por Basilio el Bagauda
Ya se acabó la farsa. Después de tantos dimes y diretes se confirmó lo que los pobres “paganinis” supimos de antemano que iba a ocurrir: que entre todos pagaremos los más de 150 millones de euros gracias a la feliz idea del equipo de gobierno de Valentín Niño allá por 1998 sobre el consorcio del desvío ferroviario. Todo lo demás se puede encontrar con pelos y señales en decenas de páginas de internet.
Por un lado, la lógica y la coherencia política de los dos grupos claramente posicionados en un extremo y en el otro, PP e Imagina. Por otro lado, dos grupos políticos, Cs y PSOE, junto a los dos concejales díscolos, de los que cuesta entender su posición ante su supuesta coherencia ideológica si no fuera porque al final el resultado de la votación supuso que, el cada vez menos alcalde, Javier Lacalle tuviera que decidir con su voto de calidad.
De Álvarez de Eulate y su abstención no voy a hablar porque ella es un verso libre desde el primer pleno, por eso está fuera del comodín del IBEX, pero lo de Fernando Gómez es de un chusquero vodevil de provincias. Este exconcejal del PP nos cuenta un montón de chorradas para decirnos que se abstiene por el bien de la ciudad, que no quería ser responsable de semejante “putada” para los contribuyentes. Un tipo que cobraba dobles dietas del erario público cada vez que se iba a dar un paseíto allende la provincia y que si no va a pasar por los tribunales es por la absoluta ausencia del más mínimo sentido de la moral en los inexistentes sistemas de control y fiscalización del Común.
Puestos a ser valiente, ¡¡haber votado en contra!! Pero no, él ya nos ha demostrado que tiene más miedo que vergüenza, bueno de esa más bien poca…
Luego está el voto en contra de la señora Bañeres y los concejales que le quedan. Pero vamos a ver: ¿estos no son liberales?
Los liberales están de acuerdo con que cualquier forma de hacer pasta, siempre que no sea ilegal, es válida, incluida la especulación inmobiliaria, principal pilar de la estrategia del consorcio: primera premisa cumplida.
Los liberales están de acuerdo en la socialización de las pérdidas en casos extraordinarios donde se ponga en peligro la gobernanza y la credibilidad de las instituciones públicas y privadas: segunda premisa cumplida.
Los liberales tienen, por encima de todo, el cumplimiento de los compromisos adquiridos y la seguridad jurídica de las personas, especialmente de las jurídicas, aunque ello cause grandes e injustos sufrimientos al cuerpo social: tercera premisa cumplida.
Entonces, ¿cuál era el problema de votar a favor?
Por último, hablemos de la posición de Fernández Santos y su delfín De La Rosa: ni a favor ni en contra. Algo que muchos intuíamos cuando el resto adelantó la posición de su voto. ¿Que por qué? Porque de esta manera el pago irreprochable e íntegro de la deuda a los bancos se haría y todo el peso de la decisión recaería sobre el equipo de gobierno y muy especialmente sobre el previsible alcalde. Es decir, han nadado y guardado la ropa: si no quieres psoe, tres tazas.
Dicho de otro modo, si votaban a favor serían a ojos de la opinión pública tan culpables de la condena como los populares y si votaban en contra se encontrarían con un marrón poco apetitoso para quien se acostumbró hace tiempo a comer del plato de la banca y a no moverse del sillón si eso convierte a su líder en Alcalde.
Y ahí entra en escena la famosa moción de censura que, a esas alturas, ya conocía toda la ciudad. Esta es la principal razón, y no otra, de los votos en contra de la errática Bañeres: harta de ver cómo los populares iban a volver a sacar su presupuesto con unas cuantas cesiones al PSOE y de comprobar que no pintan nada en el Ayuntamiento, ha decidido echarse al monte y jugársela a Lacalle, del que dicen que ya está buscándose un hueco en la Corte. Y a buen seguro que lo conseguirá porque en esta infamia llamada España cuanto peor, mejor.
Llegados a este punto, el PSOE con el terreno despejado de sobresaltos y Cs con ganas de “vendetta”, le toca mover ficha a Imagina Burgos. Mañana a las 7 y media de la tarde se celebrará su asamblea extraordinaria en el Centro Cultural Río Vena con un único orden del día: la gobernabilidad en el Ayuntamiento.
Entiendo con ello que de lo que se discutirá y decidirá en la asamblea, como único órgano soberano para ello, es de si sí o si no a negociar con PSOE y Cs un “modelo” de ciudad alternativo al del PP para a continuación realizar la moción de censura y formar parte del equipo de gobierno. En ese sentido nada que objetar: para eso está un partido, para gobernar.
La cuestión que quizá se deba discutir es cómo y para qué, más aún si cabe si la alcaldía se la das a otro partido, si dependes de otras dos fuerzas para gobernar y si te encuentras en un momento en el que, por parafrasear a la voz de la transición, te lo “han dejado todo atado y bien atado”.
En política, como en la vida, hay que llegar a acuerdos, pelear y ceder, ser asertivo pero también empático y comprensivo. Nadie tiene la razón absoluta y si alguien lo cree, cuídate de él. Por eso precisamente todos los presentes en la Asamblea deberán ser comprensivos con sus representantes pero éstos deberían de ser leales a unos mínimos intransferibles decididos por la Asamblea que no deberían de ser negociables con ninguna de las otras fuerzas.
Si Imagina entra en el equipo de gobierno, finalmente, debe sopesar que tendrá enfrente a un PSOE que le dará la puñalada cuando menos se lo espere, pues para ellos Imagina no es más que un puente para hacerse con el gobierno municipal. Y tendrá, por supuesto, tanto al PP como a Cs que se entenderán bastante mejor en la oposición. Y si no al tiempo…
También contará con unos presupuestos, dada la deuda asumida por el Ayuntamiento, muy débiles para el gasto social que se debería de acometer y, por lo tanto, esto podría llevar al cansancio y a la desilusión más pronto que tarde.
En cualquier caso, se puede entender que Imagina no quiera dejar pasar esta oportunidad pero no puede ser a costa de cualquier cosa. Se debe de pelear por la supresión del modelo gerencial y privado en la administración del Ayuntamiento que acabe con el clientelismo empresarial y el nepotismo en la contratación de personal; buscar no sólo una comisión de investigación acerca de las deudas causadas en los diversos consorcios y “proyectas” sino una auditoría ciudadana; intentar opciones judiciales para evitar la socialización de las pérdidas (en ese sentido ya lo apuntaban tanto los castellanistas como Izquierda unida); negociar consultas vinculantes con los ciudadanos (la Ley no lo ampara pero sí es posible con la voluntad política); provocar la participación ciudadana en los presupuestos y reconstruir un Ayuntamiento que realmente atienda las necesidades de los más débiles (como símbolo un parque de viviendas que sigue siendo irrisorio).
Estos deben ser los objetivos que se deben de perseguir para cambiar el modelo de ciudad. Si la mayor parte de esto no es posible, no merecerá la pena gobernar ante la indecencia y la desilusión.
Si esto no es posible, que sigan los mismos golfos: al menos a éstos ya los conocemos.
Si tan responsable el PSOE es, deberá pensar en el bien de todos los ciudadanos y no es su partido. La unica fuerza poítica que decide desde Burgos la moción de censura es imagina, el resto tiene que pedir permiso para echar a Lacalle. Para tenerlo en cuenta…