Huelga masiva en la India: apertura del curso en la lucha de clases

huelga-indiaPor Tomás de IZAR Almería

Entre 150 y 200 millones de trabajador@s salieron a la calle y paralizaron la India el pasado 2 de septiembre con una huelga general masiva, a pesar de que los propios sindicatos han tenido dificultad en certificar cifras. Fue éste el 17º paro nacional desde que el país adoptó una nueva política económica y con él una olvidada clase trabajadora que sí existe y bien organizada nos dio una bofetada de realidad desde la otra parte del mundo. Las calles de todas las ciudades se resistieron con mareas en columnas.

A pesar de que los medios indios apenas han hecho cobertura de él, se ha convertido en uno de los 4 paros con más seguimiento del mundo en la última década, implicando a un número de asalariad@s similar a la mitad de la población de EEUU y mayor a la suma de la masa obrera de Inglaterra, Canadá y Australia, con un daño a la clase capitalista de aproximadamente 2,4 millones de euros. Ha contado con la práctica unanimidad del apoyo sindical, ya que la única confederación no convocante está ligada al partido nacionalista paramilitar hindú que apoya al gobierno.

El común denominador de esta fecha era la demanda de un salario mínimo de 18.000 rupias mensuales, unos 270 dólares. Otras demandas eran el derecho a la seguridad social y pensiones, el freno a la privatización del sector público y un aumento en la inversión estatal en el transporte público. Una plataforma de 10 sindicatos nacionales había convocado huelga general en más de la mitad de los 29 estados semanas antes, pero los días previos se unieron varias federaciones sindicales que abarcaban a todas las áreas del país.

Narendra Modi desconocía la intensidad de la movilización. En un último momento se prestó a hacer unas pocas concesiones para dar sensación de buscar diálogo y la última semana de agosto tendió la mano a una parte más beligerante de los sindicatos anunciando un aumento de hasta 5 dólares diarios, el 42%, del salario mínimo de trabajador@s no cualificad@s, medida calificada como insuficiente y un auténtico insulto por la secretaría del AITUC, el Congreso de Sindicatos de toda la India.

El objetivo del ejecutivo indio en los 2 años que lleva gobernando es el de aumentar la tasa de crecimiento a costa de merendarse los derechos de trabajador@s y los millones de empobrecid@s que habitan en la India: venta de bienes estatales, concesiones a las empresas y apertura a la inversión extranjera para aumentar la tasa de crecimiento en la segunda mayor fuerza laboral del mundo. Con esa idea el año pasado llevó a cabo una violenta reforma laboral e le costó una primera huelga de menor seguimiento.

En un país en que sólo el 4% de la población está sindicado, fueron muchísimas más las personas que mostraron su rabia, demostrando que siguen siendo un sujeto activo en la lucha de clases, y cada sector puso sobre la mesa sus propias reivindicaciones. El antecedente de esta demostración de fuerza fueron las masivas protestas que obligaron a Modi a retirar su proyecto de ley sobre la compra de tierras, especialmente el medio millón de miner@s que durante una semana en enero de 2015 hizo huelga contra la privatización de la Coal India Ltd, que produce la mitad del carbón del país.

El rojo y el blanco fueron los colores predominantes en la marea de manifestantes, pero la secretaria del AITUC aseguró que más del 40 % de quienes secundaron la huelga no pertenecen a ninguna organización. En la industria, los transportes y las oficinas bancarias la huelga fue total, y los aeropuertos vieron la paralización de toda actividad. En la región de Bengala occidental hubo duros enfrentamientos con la policía pero no hubo apenas represión más allá de los piquetes al inicio del día ante las fábricas.

En grandes ciudades como Delhi, Bombay, Calcuta y Chenai centenares de sindicalistas paralizaron el transporte urbano, los trenes y puertos y se logró que el gran cinturón industrial de Delhi estaba completamente paralizado. Fueron miles l@s trabajador@s de la construcción que protagonizaron cortes de carreteras y marchas repartiendo panfletos e informando de las manifestaciones en diferentes localidades. De igual modo, comités obreros de mujeres se organizaron para marchar casa por casa para evitar que los maridos las frenaran en las zonas rurales.

La lucha ha tenido un mayor seguimiento en los estados meridionales de Karnataka y Kerala, con el apoyo obrero de los grandes grupos estatales del carbón (Coal India Limited), gas y petróleo (Oil and Natural Gas Corporation-ONGC), las centrales eléctricas, la aeronáutica y los sectores de energía, mineros, telecomunicaciones, textil, siderurgia y seguros, además de en educación y sanidad.

Mientras Modi y su ministro de Economía se enorgullecen de haber llevado a la India a crecer más allá del 7% al año, los salarios han perdido poder adquisitivo a causa de la inflación y la pesada crisis económica que también golpea la región. Hay que recordar que el salario medio diario de un trabajador varón con graduado es de 7 euros y el de una mujer de 5,23 euros. En sus 2 años en el poder, el gobierno ha recortado el gasto social, el desastroso sistema sanitario público y el programa por la ocupación rural.

Al mismo tiempo ha aumentado desmesuradamente el gasto militar, ha acelerado las privatizaciones y ha introducido un impuesto del 18% en el uso de servicios públicos, que sirve para transferir una mayor carga fiscal sobre la espalda de l@s trabajador@s. De mayor escándalo han sido una ley que reduce las restricciones de los despidos, la que obliga a los gobiernos de los estados federales a leyes que eluden las regulaciones estatales sobre el trabajo y una tercera que frena la afiliación sindical.

El desarrollo capitalista de la India es muy contradictorio: si por una parte la economía india se adecua al desarrollo de las grandes potencias, por otra empeora la economía de las zonas rurales, donde reside más del 60% de su población. El habitante rural medio hoy consume 550 valorías menos de las que consumía en los años 70 y la mitad de los niños por debajo de 5 años son raquíticos a causa de la malnutrición crónica,

Por desgracia la influencia sobre la clase trabajadora de los 2 partidos comunistas estalinistas es todavía fuerte: tanto el Partido Comunista de la India como el PC (m-l) han organizado huelgas sectoriales y generales para contener la protesta dentro de los canales institucionales y en varias ocasiones han apoyado las políticas del Partido del Congreso, de centro-izquierda.

El éxito de esta huelga general supone una recuperación de fuerzas por parte de los sindicatos para obligar a, si no derribar, suprimir los puntos más lesivos de la reforma laboral y a forzar un aumento de los salarios y el estudio de una cobertura social básica de la que l@s trabajador@s en la India carecen. En esta ocasión, frente a la huelga del año pasado, las centrales sindicales agrupadas en el AITUC desconfían y no han ido de la mano de la oposición de centro-izquierda del Partido del Congreso, que dio los primeros pasos en el programa neoliberal. Pese al enojo de la patronal y del gobierno, l@s huelguistas indios han arañado el rumbo para el futuro de la India.

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