Por Patricia Rodríguez Olalla
El hotel “City Plaza“ se encuentra en la calle Acharnon de Atenas. Es un antiguo hotel abandonado hace siete años por deudas de su dueño, que lleva 3 meses ocupado por una de las redes autogestionadas de Grecia. Cuando llegaron las primeras activistas estaba sucio y destrozado, pero tras un tiempo de duro trabajo lo pusieron a punto y actualmente es uno de los que mejor funcionan de toda Europa, ya que las personas refugiadas de cualquier nacionalidad (Siria, Irak, Pakistán, Palestina, Irán, Afganistán, etc) tienen su propia privacidad y unos servicios de educación infantil y adulta para que se puedan integrar en la ciudad. Hay unas 400 personas, de las cuales 130 son niños y niñas, repartidas en cerca de cien habitaciones: una por familia.
Actualmente el hotel está lleno y hay una lista de espera pero, como afortunadamente el movimiento está creciendo, les derivan en cuanto conocen que hay espacio en otras casas autogestionadas en Atenas como “Notara “o el hotel “Oniro“.
El objetivo es facilitarles una información y asesoramiento previos para que se organicen junto a la gente activista que les acompaña y puedan tomar el control de sus vidas y alcancen una autonomía.
Para ello se plantean dos tipos de asambleas: una general a la semana de solidaridad donde se discuten los temas principales y, aparte, hay diferentes grupos de trabajo con sus respectivas asambleas: sanidad, educación, cocina, recepción, limpieza, comunicación y seguridad. Así por ejemplo, quienes componen el grupo de trabajo de seguridad se reparten la vigilancia del edificio las 24 horas del día para evitar problemas con grupos de ultraderecha o radicales. O el grupo que cocina, lo hace para tod@s tres veces al día.
Todas las acciones buscan empoderar a las personas y que recuperen su dignidad. Es un proyecto político puesto que además de acogerlas y ayudarlas a retomar el control de sus vidas, también llevan a cabo actos reivindicativos y manifestaciones para exigir derechos humanos básicos.
Otro aspecto interesante es cómo relacionan luchas con las de otros lugares y así por ejemplo el café que sirven en el bar viene de un colectivo en Atenas que lo trae de una comunidad zapatista.
Gracias a las asambleas, talleres y actos en común, consiguen que todas se impliquen en el proyecto, lográndose una convivencia entre las diferentes culturas existentes sin apenas necesidad de mediar: los conflictos son de poca importancia.
La mujer merece un apartado especial, ya que es el eje vertebrador sobre el que se sustenta la vida de este lugar, al ser quien realiza el trabajo de cuidados. Se hace especial hincapié en el tema de violencia doméstica habiendo dos casos aislados únicamente, que se resolvieron con la expulsión de los agresores.
Además de los talleres y los grupos de trabajo, también hay tiempo para el ocio, y así por las tardes proyectan películas con subtítulos en árabe tanto para niños como para mayores.
En cuanto a los niños, han logrado que vayan al colegio y lo mismo con los menores de los campos cercanos gracias a una reunión con el ministro de Educación. Durante el verano los niños y niñas del hotel van a actividades del barrio y a partir de septiembre irán a escuelas públicas de la ciudad.
En cuanto a la gente que está de voluntaria, son unas 150 de diferentes ideologías pero con una misma base para todas: reivindicar derechos universales y abrir fronteras, libertad de movimiento y permitir a quienes llegan el poder integrarse en la sociedad.
La relación del hotel con el vecindario también es positiva, está abierto a visitas -como se puede comprobar- y hace poco hicieron una fiesta en la cercana Plaza Victoria con comida y música, una jornada de puertas abiertas, y la gente del barrio respondió muy bien.
A la pregunta de si tienen miedo que la policía puede venir a desalojar, de momento no viene gracias a la repercusión internacional que tiene este hotel y que mucha gente lo conoce, eso es un apoyo importante y protector.
Para sacar adelante este proyecto disponen de una Red de colaboradores de distintas organizaciones en varios países generándose una sinergia común: City Plaza es tan solo una parte de un movimiento global, empezó hace un año, en el verano de 2015 con el movimiento “solidarity with the refugees“.
El mensaje que se quiere enviar a las instituciones gubernamentales es que se pueden hacer las cosas de forma diferente y respetando los derechos humanos.
Si quieres ayudar, puedes, puesto que no aceptan fondos de gobiernos ni ONGs institucionales, tan solo de personas particulares. Ahora mismo hay una campaña para recoger dinero en internet “the best hotel in europe”. Estas donaciones van dirigidas a mantener el lugar, comprar comida, etcétera. No se paga dinero a ningún voluntario. Y como el movimiento está creciendo, también se ayuda a otros ocho sitios cercanos en Atenas. Otros proyectos diferentes pero que también trabajan con personas refugiadas y son autogestionados: las iniciativas “Pikpa” y “Platanus” en Lesbos.
Yo estuve este verano y la experiencia fue increíble. Asombra ver lo bien que funciona cuando todo el mundo pone buena voluntad. Me traigo de allí amigos tan nuevos como grandes. Pienso volver en cuanto tenga la ocasión. Muchas gracias por haceros eco de este maravilloso sitio.