Homenaje a Romualdo Domingo, el sillero de Villamayor de los Montes

Por Juan Vallejo
Homenaje al Sillero:
Hace unos días, bajo un desollador calor, en Quintanilla de Rucandio, exhumamos tres fusilados cuyas botas rozaban los cimientos de la tapia norte del cementerio del pueblo. En aquellas botas estaban apretados los huesos del pie y millares de pisadas que hollaron barbechos y senderos surtiendo de luz una República fascinante. El domingo día 4, en Villamayor de los Montes, tendremos un sentido recuerdo al sillero, apodo por el que se le conocía a Romualdo de Domingo. Fusilado también por el franquismo cuando su juventud apenas si había dibujado la vida.
Una silla inacabada con la enea del arroyo colindante, será el hito que oteará el valle del pueblo, al lado de la casa que habitó y donde quedó niña su hija Alejandra en una soledad aterradora. Tramaba en rotas sillas por los pueblos los juncos, apañaba las sillas de la solana, de la maternidad, del ordeño con los aperos en su burro y la guitarra por compañía.
Aún no le hemos encontrado. Sabemos que el fascismo tiene por fin hacer historia, sacar del hombre su animalidad e ir en en busca de ella.
Ahora, su nieta Sol, en una actitud contumaz y llena de ternura, ha logrado involucrar a la gente de la Coordinadora de la Memoria de Burgos, a los amigos y las gentes del pueblo, para poner con su presencia los latidos de Romualdo en el mismo lugar donde vivió.
Ayer, cuando estábamos apañando el monumento, una compañera se acercó a un anciano con el que tramó conversación. Había conocido al sillero siendo muy niño.
Impresiona tener cerca a gente que había mirado la inocencia desde la inocencia antes de que la perversidad tomara asiento en sus vidas. Conmueve la fuerza de tantos héroes oscuros que callaron su libertad entre el adobe y la siembra para no tomar el mismo derrotero que el sillero.
Una silla inacabada, con la enea anudada en su anatomía, desde mañana, invitará a sentarse a todos los que, de algún modo, sentimos nuestra aquella República que evocó el sillero con su sola presencia por los pueblos aledaños a Villamayor de los Montes.
Más de 1000 personas fueron asesinadas en Estépar. Tenemos los nombres de 500. Tan solo hemos exhumado a 96. Es la crueldad de la debilidad la que hizo que montes como la Pedraja, carrascales de Villamayor de los Montes o parajes como la Andaya, fueran el matraz por donde la libertad desvelara tanta saña. A pesar de la cal, de los silencios, del abandono, el fascismo tan activo en el Gobierno seguirá logrando que gentes como el sillero o Antonio-José, sigan fundidos en nuestro pensamiento.

 

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