Esta pandemia nos está anunciando el final de una época

Por Rufino Hernández

El día veintinueve de marzo, el presidente de los patronos, Antonio Garamendi, ofreció una rueda de prensa. La verdad que no me sorprendieron nada las opiniones de este señor. Estuvo en su sitio, en el lugar que el empresariado español nos tiene acostumbrados. Presentó a los empresarios como los hacedores de la riqueza y que, en estos tiempos de pandemia, están dispuestos a aportar algunas migajas de sus riquezas como ayuda a esta crisis sanitaria.

Cómo dueños del poder económico y financiero tienen el mismo discurso, la misma forma de entender el poder que sus representantes y voceros, los partidos de las derechas. Actúan como si fueran nobles medievales, dueños de vidas y haciendas, olvidando que han pasado los siglos. Hoy entendemos que la riqueza es fruto de la mano de obra y del capital.

El empresariado español no ha evolucionado, salvo honrosas excepciones, no pasan de ser meros mercantilistas, negociantes del plazo corto ,de la mínima inversión y nula reinversión, del pelotazo.Muchos no han pasado de ser simples especuladores rentistas.

Este covid-19 está haciendo tambalearse a la economía mundial. Las dos grandes potencias económicas, apoyadas en la pandemia ,están manteniendo una guerra comercial con una agresividad sin límites ,en la que están disputándose los mercados y la supremacía en el nuevo tablero internacional que aparecerá al final de la pandemia.

En Alemania y en otros países de Europa se empieza a hablar de nacionalizar empresas que sus productos tienen relación directa con el sector de la salud. España en esto también es diferente. Así encontramos a los empresarios, muy amantes del liberalismo, ellos, intentando seguir chupando hasta la última gota de leche de la caja del Estado, y, fieles a su cartera y a su ancestral conducta, en estos tiempos de crisis están intentando que se socialicen sus pérdidas y se aseguren la privacidad de sus ganancias.

Los partidos de las derechas dan un paso más adelante. Además de intentar imponer el programa del mundo económico y financiero, con un alto grado de miopía política que les impide ver lo que está pasando en el mundo y más concretamente en Europa, su principal objetivo en estos momentos es derribar al gobierno de coalición, más allá de epidemias y de muertos.

Produce indignación comprobar en qué fundamentan su acoso. Culpan al gobierno de un mal manejo y falta de previsión de la sanidad pública, ocultando que está sanidad pública estaba gestionada por las autonomías y que, fruto de los recortes y privatizaciones causados por los gobiernos del PP y, a veces, con la vista gorda en unos casos y aplausos en otros, por parte del PSOE, son los causantes de esta falta de previsión de materiales y personal necesario,que el nuevo gobierno de coalición ha tenido que afrontar y dar respuesta .

Está política que durante años ha estado impulsada por la derecha, nos la muestra en muy pocas palabras el Washington Post en una editorial publicada el día veinticinco de marzo, en la que se podía leer: “fingían ser ricos pero no tenían a donde caerse muertos “.

De aquellos recortes, de aquellas privatizaciones, de aquel dineral regalado a los bancos nacieron millones de parados, nació la precariedad laboral y ,como medida represiva para reprimir los conflictos que estás normas provocaron, instituyeron la bien bautizada “ley mordaza”. Mientras esto ocurría y padecían las clases medias y populares, en España se multiplicaban exponencialmente el número de millonarios. Ahora la pandemia viene a poner sobre la mesa la otra parte de la verdad: La sanidad y demás servicios públicos están desmantelados. Suficientes razones para que desde la cuna del Imperio nos puedan decir que no tenemos ni a donde caernos muertos.

Esta pandemia nos habla ,nos anuncia el final de una época. En estas críticas circunstancias salen a relucir lo mejor y lo peor del género humano. Es el género humano en su conjunto el que debiera salir de esta crisis, que es sanitaria, económica y política, habiendo aprendido a no ser tan estúpido; a no autoenvenenarse ni suicidarse colectivamente; con la conciencia clara de que no se puede crecer infinitamente dentro de un planeta finito; que la solución no está en el seguir creciendo, si no en repartir equitativamente las riquezas.

Hay muchas dudas de que esto pueda ser así. Los poderes financieros y sus representantes, los partidos de las derechas, hacen pasar ineludiblemente sus pensamientos por el tamiz de sus carteras. Desgraciadamente, en este gobierno de coalición, también hay ministras y ministros que están en la órbita del poder económico e insignes economistas que, presumiendo de progresistas, están animando hacia el crecimiento desorbitado para el próximo año.

Si, tanto gobierno como gobernados no aprendemos la lección, la naturaleza terminará imponiendo su propia ley, y convertirá a la pandemia, como dice Carlos Taibo,en la antesala del colapso”.

Ojalá que estos tiempos de enclaustramientos estén sirviendo para reflexionar; para encontrar los caminos unitarios que nos sirvan para afrontar los ataques que tienen preparados las derechas; para romper las barreras que crean los peculiarismos y purismos que nacen en el seno de la propia clase trabajadora; para romper las orejeras que impiden trabajar en común; para que de esta manera, la izquierda social pueda afrontar la nueva época con decisión y fortaleza

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