Convivir y decidir cuando somos muchas y diversas, encuentro con Amador Fernández-Sabater

“Encuentros sobre lo común” nos invita este sábado 24 de febrero, en la Sala capitular del Monasterio San Juan, a un debate sobre las formas de lo común.

Amador Fernández-Sabater nos plantea dos preguntas para establecer un debate sobre los modelos de toma de decisiones, desde un acercamiento a tres espacios autogestionados de Madrid: la Puerta del Sol ocupada por el movimiento 15M, el centro social Tabacalera en el barrio de Lavapiés y el espacio conocido como Campo de la Cebada en La Latina

¿No es la figura misma de la asamblea general demasiado dependiente aún de una concepción clásica de la política? ¿Hay otras formas de autoorganización de la vida común más adecuadas a las condiciones actuales de complejidad?

La Asamblea como lugar de decisión

Las asambleas generales y soberanas siguen siendo uno de los principales recursos a los que echan mano las prácticas de autonomía (a nivel masivo o micro) para tratar de sustraerse a los males bien conocidos de la representación y ejercer ya otra democracia y otra política.

Sin embargo, los problemas prácticos que vemos reaparecer una y otra vez en ellas (las luchas de poder, la separación entre la palabra y los mundos sensibles, etc.) nos exigen pensar a fondo su adecuación a situaciones y condiciones de «complejidad», es decir, cuando aquellos que se autogobiernan no comparten a priori una misma escala de valores, una misma cultura o una misma experiencia.

Un comentario

  1. Después de escuchar anoche a Fernández-Sabater hablar de activismo global (se le olvidó mencionar Nuit Debout y la ZAD de Notre-Dame-des-Landes, cuya ocupación de 9 años se saldó hace unas semanas con una rotunda victoria), se me ocurre que a los que siempre hemos sentido preferencia por las formas organizativas irregulares, flexibles, asimétricas y que nacen del suelo, sobre las formas cuadradas que caen del cielo… igual este siglo nos esté dando la razón. Es una satisfacción agridulce, porque esta vía es la más compleja y arriesgada. Nuestros padres y abuelos revolucionarios iban seguros, seguían un camino tan luminoso como una pista de aterrizaje por la noche, creían conocer las etapas que marcarían su recorrido, e incluso sus derrotas encontraban su explicación en el modelo. Nosotros vamos a ciegas, sin camino, sin fe, sin líder y sin modelo. Cuando fracasamos, ningún himno seca nuestras lágrimas. Cada derrota puede ser un final. Igual es que somos un poco más adultos.

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