Por Oscar DB
En nuestra ciudad la derecha pierde el sentido con cada movimiento que se realiza en Catalunya.
Ya desde los años 30 la derecha burgalesa se ha manifestado, incluso en las calles (como atestiguaba hace poco la prensa local), contra el derecho a decidir del pueblo catalán. Ya en la película Fénix 11 23, basada en la historia real de un niño enjuiciado por terrorismo por exigir el rotulado en catalán de productos vendidos en Catalunya, la fiscal que se encargó de la acusación (y la defensa de la unidad patria)…era de Burgos. En el pasado Pleno del Ayuntamiento, una moción unionista del PP contra el Referéndum catalán (copia de la que en 2015 se aprobó también) cosechó el apoyo entusiasta de PSOE, Cs y los no adscritos y la abstención (postura escasa en mi opinión) de Imagina Burgos. Ahí estuvo muy “socialista” y muy internacionalista Daniel de la Rosa con una frase que pasará a la historia del socialismo: “queremos que los catalanes se sientan cómodos como españoles”. Textual, para mear y no echar gota. Si Pablo Iglesias el viejo levantara la cabeza…
Esa es la imagen que exportamos al exterior. Nos erigimos los burgaleses en garantes de la unidad de España, de esa integridad que, no olvidemos, garantizan las armas del ejército y el Tribunal Constitucional, ese heredero del Tribunal de Orden Público franquista que cambió de nombre y mantuvo funciones.
El ayuntamiento de Burgos, “prima voce et fide”, denunció así de nuevo las “veleidades independentistas” y echó un poco más de leña al fuego que en las calles avivan el odio contra lo catalán. Los medios de comunicación lo encienden y las redes sociales lo difunden. El día después de que Rajoy “declarara” por corrupción y financiación ilegal, la derecha aprovecha esa proposición para esconder sus miserias tapándolas, ayer con ETA, hoy con el Referéndum catalán.
¿Por qué las urnas y la imagen de gente votando le escuecen tanto a los populares?
Que el PSOE se sume a estas declaraciones no sorprende a nadie obviamente: son un partido responsable de gobierno, de orden, que si hay que reformar la Constitución para garantizar el derecho al trabajo dirán que es intocable, pero que si los mercados lo exigen, cojen la Constitución y en pleno agosto nos meten el art.135 que garantiza el pago de la deuda frente al pago de los servicios públicos. Un partido responsable que garantiza que van a gobernar España “bien” frente al PP que lo hace “mal”, pero que en el 80% están de acuerdo con los populares; en privatizar, en las reformas laborales, los pensionazos y medicamentazos, en la represión, los desahucios, en la confesionalidad de los poderes públicos y mil cosas mas, no sea que se desmarquen en algo y pierdan votos.
Y lo demostraron en el Pleno, aunque Podemos le pretende disputar la cuestión patriótica al PSOE y al PP. La lectura discursiva consistió en eso, en tachar de “vendepatrias” al PP, lo que les sitúa a ellos como los verdaderos patriotas. Ese construir país que lanzó Salinero obvia por completo los derechos de las nacionalidades que componen el estado español. ¿Dónde quedó el internacionalismo de los que una vez se reclamaron (o fueron de) marxistas? ¿Desde cuándo la izquierda defiende los intereses patrióticos? Está claro, desde que allá a principios de siglo los socialdemócratas traicionaran a su clase aliándose con la burguesía para arrasar Europa en la IGM. Pero a lxs obreros no nos engañan: no existe la patria, no existe la casa común donde todos tenemos nuestros lugar, aquí solo existe un barco en el que, si bien viajamos todxs, unos lo hacemos remando bajo el látigo y otros viajan sentados en asientos VIP. Esa es la patria española, un espacio en el que los pueblos catalán, vasco y galego nunca han terminado de encontrar su sitio pero a los que se les impide opinar sobre su futuro, y si lo intentan: represión, leyes, cárceles, juzgados y policias.
La izquierda española, salvo dignas excepciones como el SAT andaluz o las pequeñas organizaciones de la izquierda revolucionaria, no están dando la talla, no están saliendo a la palestra para defender un derecho tan democrático como el de decidir, el de opinar y elegir.
Creo que la labor de la izquierda fuera de las naciones sin estado propio no consiste en defender una u otra preferencia propia, sino defender que esas naciones sean libres de decidir su futuro, y después defender lo que hayan elegido, seda cual sea su predilección.
Los derechos no se negocian, se defienden con uñas y dientes, y para esto hemos de estar a la altura sea donde sea la agresión: en Catalunya, en Altsasu o en Grecia.
El SAT andaluz NO es izquierda española, sino andaluza, por estatutos y objetivos políticos.