Por Carles Giménez
Desde hace 7 años, un flujo internacional de armas por valor de varios miles de millones de dólares en una ruta donde se entremezclan aerolíneas europeas, vuelos diplomáticos, y dinero saudita manchado de petróleo y sangre han sido utilizados ilegalmente contra países como Siria, un hecho que desmiente totalmente la versión de que la guerra contra la República Árabe Siria era una “revolución democrática”.
Ha sido una guerra donde la línea de la barrera entre lo militar y lo civil ha quedado disipada (nueva estrategia de la Otan y del Nuevo Orden Mundial); empezó en manos estadounidenses de forma pública y acabó por convertirse con la intervención de la Cía y de los altos funcionarios estadounidenses en una guerra de carácter privado.
La periodista búlgara Dilyana Gaytandzieva comprobó la presencia de armamento proveniente de Bulgaria a suelo sirio y la redacción del periódico Trud (enlace con los documentos) publicó en Sofía su investigación. Durante todo el conflicto se ha jugado con el disimulo de que todo el armamento era para los ejércitos de la Otan sobre el terreno, cosa que era imposible por la cantidad; iban hacia las manos del yihadismo y otros mercenarios de la zona.
Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos pagaron lotes de armas, de cuyo transporte se encargaron las compañías Saudi Arabian Cargo y Etihad Cargo.
Según el diario Jutarnji list, que se publica en Croacia, este país enviaba a los yihadistas que operan contra Siria 230 toneladas de armamento, por un valor ascendente a 6,5 millones de dólares por medio de 3 aviones de carga Iliushin de la compañía Jordan International Air Cargo y posteriormente aviones del ejército de Qatar lanzaban las armas en paracaídas en zonas bajo control de los yihadistas, una maniobra ideada por el general estadounidense David Petraeus.
Según una fuente cercana al PKK turco (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), los servicios secretos de Turquía fletaron trenes especiales para hacer llegar a la ciudad siria de Raqqa, bajo control del Emirato Islámico de IRAK lotes enteros de armamento fabricado en Ucrania y pagado por Arabia Saudita y más de 1 000 camionetas de la empresa Toyota, negociadas por dicha multinacional nipona y especialmente adaptadas para soportar las duras condiciones del desierto.
Con el tiempo al armamento enviado desde Bulgaria se unió una empresa de la República Checa, Tatra Defense Industrial Ltd. Todo ese tráfico fue controlado personalmente por el general David Petraeus, primeramente desde su puesto de director de la CIA y más tarde desde la firma de inversiones financieras KKR. bajo la presidencia tanto de Obama como de Donald Trump.
Sibel Edmonds, ex funcionaria del FBI, relata en su libro Classified Woman cómo Azerbaiyán ocultó en secreto al líder de Al-Qaeda Ayman al-Zawahiri que era además visitado asiduamente por el príncipe saudita Bandar ben Sultan. La compañía Silk Way Airlines fue puesta a disposición de la Cía para la logística del armamento pagado por Arabia Saudí y el ministro de exteriores de Azerbaiyán, Elmar Mamadyarov, envió a varias de sus embajadas instrucciones para que presentasen pedidos de aprobación para «vuelos diplomáticos» y de este modo ser utilizados para el transporte de armamento al yihadismo pues en virtud de la Convención de Viena, el transporte diplomático no puede ser sometido a ningún tipo de control de seguridad o aduanero.
Según la periodista búlgara Dilyana Gaytandzieva las firmas estadounidenses Chemring y Orbital ATK, Culmen International y Purple Shovel son las involucradas en el tráfico de armamento destinado al yihadismo o bien a mercenarios en países como Irak, Afganistán, e incluso Congo y Sudáfrica aunque también consta en su investigación que del armamento de tipo soviético fabricado en Bulgaria, Azerbaiyán compró, bajo la responsabilidad de su ministro de la Industria de Defensa, Yavar Jamalov, varios lotes de armas en Serbia, República Checa y en otros países.
En el marco de la investigación llega un punto de inflexión cuando se consolidó la venta de un cierto equipo militar que Azerbaiyán no podía vender por no estar autorizado y es ahí cuando la periodista descubre que la firma Israelí Elbit Systems consigue la mediación del país hebreo para que apareciera como destinatario final.
Esto demuestra que Israel estuvo en conexión con la trama logística de la ruta del armamento yihadista e incluso desempeñó en el más alto secreto la supervisión de cómo las armas eran entregadas al Estado Islámico (muy probablemente a través de su servicio secreto el Mossad). El papel del país hebreo que además rara vez ha sido atacado por Al-Qaeda o el Daesh lejos de la neutralidad en el conflicto sirio ha sido el de protagonista y papel central con un disfraz de neutralidad internacional y supuestos desencuetros ficticios con el presidente Obama.
El investigador de las rutas armamentísticas y conflictos bélicos Thierry Meissan siempre recuerda que estas operaciones además de inmorales y clandestinas son totalmente ilegales según las convenciones internacionales, pues la falsificación de los certificados de entrega final y el envío de armas a grupos mercenarios para que derroquen gobiernos legítimos o destruyan Estados reconocidos son crímenes internacionales.