El activista rumano Lagarder podría ser expulsado del Estado español por “molestar”

Por Eduardo Nabal

Rumano, gitano, gay, sin techo, joven, con diversidad funcional y activista por los parados o los que viven en las calles.

Todas las papeletas para “no pintar nada” y “molestar bastante” en la España de Mariano Rajoy. El joven salió casi indemne un más que violento ataque de una manifestación de este 20 de Noviembre en Madrid debido a la presencia más que oportuna de los periodistas pero la policía, curiosamente, no detuvo a ninguno de los agresores, como señalaron varios políticos de izquierdas.

Hacía falta una excusa para deshacerse de alguien así en tiempos de involucionismo en derechos fundamentales, particularmente esos derechos de manifestación y protesta hacia los que apuntan las nuevas leyes, por no hablar de la situación de las personas que vienen de fuera y su acceso “total” a la ciudadanía.

Y Lagarder, activista solitario, pertinaz y mediático, fue detenido por la policía malagueña al “perturbar” los actos del día de la Constitución Española, recordando a un país gobernado por gente sin memoria histórica que su modelo en la sombra fue un asesino y las fosas que dejó a su paso siguen sin abrirse.

Los cargos de “resistencia a la autoridad y otros tantos sin precisar” , si llegaran a confirmarse, podrían suponer, aunque esperemos la cosa no llegue a esos cauces, la expulsión del país de una de las voces que se han alzado contra la reciente pasividad de parte del pueblo español contra el racismo, los desahucios, el resurgir lento pero imparable de las agresiones neonazis (que el propio Lagarder sufrió ya en Madrid y en otros lugares burlas y amenazas al enfrentarse a concentraciones racistas o neonazis).

El rumano se ha convertido en un rebelde con causa y lo que parece molestar más a nuestros somnolientos políticos de tarjetas black, vergonzosas concesiones a la derecha y leyes mordaza, es su mirada límpida y su sonrisa imperturbable ante la actitud de las fuerzas que patrullan.

En manos de los tribunales todo es cuestión de la suerte y la “esperable” buena fe de los que deciden sobre los que vienen de fuera esperando un poco justicia y solidaridad.

 

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