Por Coordinadora Feminista de Burgos en el Día Internacional Contra Las Violencias Machistas
La Coordinadora feminista de Burgos, tras valorar detenidamente las circunstancias críticas por las que atraviesa nuestra ciudad debido a la pandemia, ha tomado la difícil decisión de no convocar la manifestación contra las violencias machistas el 25N, ni ningún otro acto que conlleve aglomeraciones de personas en la calle.
Somos conscientes de que estamos viviendo una situación complicada y dura, que no ha hecho más que agravar y empeorar las situaciones de violencia que sufrimos diariamente en todos los ámbitos de nuestras vidas. La crisis sanitaria sin precedentes que estamos viviendo está actuando a la vez como un tupido velo que oculta las agresiones (sexuales, físicas, psicológicas y simbólicas) que seguimos sufriendo las mujeres por el mero hecho de serlo. Por eso, hoy más que nunca, es necesario denunciar públicamente esta realidad.
A pesar de que está aumentando en la sociedad la sensibilización frente a la violencia machista, en estos últimos años estamos asistiendo a una diversificación de dichas violencias. Tenemos un abanico más amplio que nunca. Y además, paralelamente se incrementa la banalización y naturalización de estas violencias con el objetivo de que pasen desapercibidas como tales, sobre todo por los sectores más jóvenes de nuestra sociedad. Y, aunque se haya avanzado mucho en algunos aspectos legales, falta un desarrollo y una visión global, que nos permita salir del círculo macabro de los números, de si este año las mujeres asesinadas han sido más o menos que el año anterior. Podría señalarse, por ejemplo, el origen patriarcal de los asesinatos de mujeres cuando se dan las noticias en los medios de comunicación.
Si no estamos atentas pueden producirse, además, algunos retrocesos legales. Nuestras conquistas nunca son permanentes. No nos cansaremos nunca de recordarlo. Ahí está el ascenso progresivo de la extrema derecha y de su discurso negacionista del origen estructural y patriarcal de las violencias ejercidas cotidianamente contra nosotras. Ello constituye un peligroso riesgo de involución, frente al cual las feministas deberemos de ser capaces de reforzar nuestros lazos de sororidad, auto organización y apoyo mutuo. El fascismo es un enemigo peligroso al que hay que plantar cara.
Los malos tratos no han parado en este tiempo covid sino que se han intensificado en un contexto en el que muchas mujeres y menores se han visto obligadas a permanecer confinadas día tras día bajo el mismo techo que sus agresores. Los asesinatos de mujeres, también insistimos en esto, sólo son el vértice de una pirámide que se asienta sobre una base mucho más amplia y profunda de violencias de todo tipo y que hunde sus raíces en el convencimiento de que el hombre es el dueño y señor del universo y la mujer…su complemento. Este convencimiento puede ser más o menos consciente, pero mientras no lo hagamos desaparecer, las violencias no desaparecerán. Todas las sociedades patriarcales funcionan sobre esa base y la nuestra no es una excepción, aunque haya evolucionado desde una forma más coercitiva hasta el modelo actual, que intenta camuflarse con un disfraz de consentimiento. Este es el gran reto que tenemos por delante: el cambio radical de las mentalidades, cambio necesario y urgente, si queremos acabar con la desigualdad, generadora de todos los tipos de violencia.
La primera violencia la sufrimos nada más nacer, al imponernos un género estereotipado, según seamos niños o niñas, que irá modelando nuestro comportamiento y generando nuestras expectativas de futuro. Ropas rosas o azules, juguetes rosas o azules para diseñar cerebros rosas y azules que se traducirán en mujeres femeninas y hombres masculinos. Sí. Inducir a las niñas a jugar con lavadoras, cocinitas y cochecitos con bebés cagones, mientras sus compañeros juegan a descubrir, correr y construir, también es violencia machista.
Nosotras decimos que el hecho de nacer hombre o mujer no tiene que llevar asociado el realizar trabajos diferenciados ni implicar ningún tipo de jerarquía. No se trata solo de cambiar los actuales mandatos de género por otros. Queremos abolir el género como forma de opresión y discriminación de las mujeres.
Otra forma de violencia deriva de la atribución al género masculino de una sexualidad incontenible que hay que satisfacer sea como sea, por lo cual la femenina, mucho más endeble, tiene que supeditarse a ella (aunque al menos ahora se reconoce que existe). Para asegurar esta desigualdad y violencia existen varias herramientas: La pornografía es una escuela de violencia para hombres y para que chicos y chicas, cada vez más jóvenes, aprendan cuál es su sitio en una relación sexual: quién manda y quién tiene que dar placer a quién. La prostitución garantiza a los hombres un pool de mujeres permanente, independientemente de su situación en la jerarquía social.. La prostitución es un escaparate donde se nos muestra la esclavitud del SXXI; un negocio en el que la mayoría de mujeres y niñas son VÍCTIMAS DE TRATA, en un lugar, el estado español, que es en la actualidad el mayor prostíbulo de Europa. Los videojuegos, determinado cine, la telebasura, la simbología religiosa, la moda, los mitos como el amor romántico o la libre elección…hacen el resto. De aquí a la violación como máxima expresión de la violencia sexual no hay más que un paso.
La mercantilización y cosificación del cuerpo de las mujeres, como una forma de violencia, no acaba aquí. Tenemos además de la tiranía estética a la que se intenta someter a nuestros cuerpos, la mutilación genital femenina o el negocio de los vientres de alquiler disfrazado de “generosidad”; esa cualidad tan femenina adjudicada a las niñas nada más conocer su sexo. Solo vamos a mencionar aquí un aspecto del que nunca se habla: la brutal agresión que supone la estimulación ovárica para el cuerpo de las donantes de óvulos y la ocultación interesada de que hacen gala las empresas del sector.
También el lenguaje contribuye a la violencia machista. Esta herramienta, tan valiosa y determinante para la evolución de nuestra especie se utiliza, como un arma eficaz, tanto al servicio del borrado de las mujeres de la historia y de su minusvaloración y desprecio más absolutos, como para ejercer violencia directa contra las activistas feministas que a través de las redes sociales recibimos insultos y amenazas con el fin de infundirnos miedo para hacernos callar. Todo el mundo conoce el significado de zorra, mujer pública, cojonudo, coñazo… y de lo que implican frases como “eres una mierda,“no sirves para nada”, “la maté porque era mía”…
Y así llegamos al pico de la pirámide: la maté porque era mía.
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