Por Burgos Dijital
Ayer, 14 de junio, se celebró a las 8 de la tarde en el Salón del edificio de Sindicatos de nuestra ciudad una charla/debate apoyada por IU, IzCa, Yesca e Iniciativa Solidaria Internacionalista, bajo el lema “Frente a la agresión fascista en Venezuela: Solidaridad Internacionalista”.
Tras los hechos sucedidos en la Casa de la Cultura de la Embajada de Venezuela en Madrid, los convocantes tenían el temor de que los mismos acontecimientos se repitieran en Burgos. Pero, felizmente, el acto se pudo realizar sin ningún problema y con un concurrido número de personas que casi llenaron el salón.
La charla fue comenzada por Catherine Hernández, representante del “Movimiento de Solidaridad con Venezuela”, y con ella realizó una explicación sobre el funcionamiento de las instituciones venezolanas, tras la aprobación de la constitución de 1999, y los antecedentes y evolución de las razones de la crisis económica y el bloqueo político a través de diversos actos de sabotaje y violencia sostenidos en el tiempo por la oposición derechista.
Para entender la situación en la que ahora mismo se encuentra Venezuela y la apertura de un nuevo proceso constituyente, hay que saber que los poderes públicos emanados de la Constitución son 5: los tres clásicos, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, junto al Poder Ciudadano y el Poder Electoral. Éste último tiene como máximo exponente al Consejo Nacional Electoral, que es el responsable de organizar las elecciones de todo tipo de organizaciones con fines políticos, regular la financiación de estas organizaciones y velar por el buen funcionamiento y la legalidad de los comicios.
Este Consejo ha realizado desde 1998 más de 20 procesos electorales e incluso todos los partidos de la oposición realizan sus procesos de primarias a través de este Consejo. Lo que demuestra las falsedades vertidas por la oposición y por los medios de comunicación acerca de los pertinaces rumores de fraude en las elecciones: sin ir más lejos, en las últimas elecciones celebradas para elegir los diputados de la Asamblea Nacional hace 6 meses, se dio un vuelco electoral y son ahora los partidos conservadores y de extrema derecha los que tienen la mayoría.
Pero la República Bolivariana de Venezuela es una república de régimen presidencialista, al estilo de nuestra vecina Francia, y el Presidente, encarnando el Poder Ejecutivo, tiene tanto poder como la propia Asamblea Nacional, el Poder Legislativo. Una vez que se ha llegado a una situación de confrontación absoluta y que la Asamblea Nacional es tomada por partidos violentamente enfrentados con Nicolás Maduro, el bloqueo institucional es absoluto: todas las leyes promovidas por el ejecutivo son bloqueadas por el legislativo y, a su vez, muchas de las leyes promovidas por el legislativo son anuladas por el ejecutivo ante el Tribunal Constitucional por ser contrarias a la Constitución. Hasta el punto de que el partido de Maduro considera que se trata de una estrategia política entre la oposición y los grupos mediáticos para presentar a a la opinión pública la imagen de un Presidente déspota que maneja al Tribunal Constitucional para bloquear a la oposición.
La Asamblea Nacional, presidida por Julio Borges – persona vinculada al golpista brasileño Michel Temer -, solicitó hace más de un año un referéndum revocatorio contra Maduro pero los continuos retrasos en los diversos trámites de los propios solicitantes acabaron dando al traste con el proceso y hay quien piensa que la verdadera intención del mismo no era vencer en las elecciones que se iban a producir en el 2018, sino la demolición del sistema bolivariano.
Por otro lado, la situación económica es complicada y ello en buena parte por una mala gestión política interna, ya que la economía venezolana sigue teniendo los mismos problemas de dependencia de la renta petrolera y no ha sabido diversificar su sector económico. Pero a la vez que se prorroga este mal secular, se ha producido y se produce una guerra económica para acabar con la estabilidad política y social del país.
En 2002, tres años después de que Chávez gane las elecciones, se produce un golpe de Estado, encabezado por Leopoldo López y Antonio Ledezma, que fracasa pero deja su huella. Dos años después comienza el fenómeno de violencia urbana conocido como “las guarimbas”, supuestamente alentado ya por entonces por la derecha radical, y se asesina en un atentado terrorista al Fiscal Danilo Anderson, el cual estaba investigando la autoría del golpe de Estado.
En 2007 comenzó el fenómeno del acaparamiento de alimentos de manera sistemática y que se ha venido repitiendo en el tiempo, coincidiendo según los chavistas con citas electorales importantes. 7 años después se produce una oleada de protestas promovidas por los amnistiados por el gobierno de Chávez Leopoldo López y Antonio Ledezma, junto a María Corina Machado, que causan 43 asesinados entre manifestantes chavistas, opositores y policías.
Si a esta situación permanente de inseguridad y saqueo se unen los cierres empresariales, el embargo económico del Departamento de Estado de los EEUU y la presión sobre sus ahora socios Colombia, Perú y Brasil (en este mes de junio han comenzado unas maniobras militares de estos países frente a las costas venezolanas), los ataques especulativos a la divisa y las estrategias de las agencias de calificación de desprestigio de la deuda soberana – la prima de riesgo ha sido colocada por encima de países como Somalia y los informes advierten de mayor riesgo en las inversiones que en Siria – no se puede hablar más que de la ya conocida táctica del shock, que acerca cada vez más a Venezuela al Chile de los tiempos de Allende.
Por ello, el autodenominado socialismo bolivariano no ha visto más salida para seguir con sus reformas y parar al menos la violencia interna que relegitimarse con un nuevo proceso constituyente en el 2018, año en el que Maduro acaba su legislatura.
Tras una clara y precisa intervención de Catherine, el militante de Izquierda Castellana René Otaduy Paz intervino brevemente como testigo de primera mano del asedio sufrido en Madrid por colectivos de extrema derecha española y venezolana, organizados para intentar impedir el acto que la embajada de Venezuela había organizado en el Centro de la Diversidad Cultural para dar voz a las víctimas de la Guarimba.
La concentración de protesta frente al centro que iba a durar una hora, se convirtió en una algarada violenta que durante 5 horas asedió y agredió a algunos de los asistentes con el beneplácito de la Policía Nacional que excusó su inacción informando de que el operativo no había recibido órdenes de intervención ni del Mº del Interior ni de la Delegada de Gobierno, la burgalesa Concepción Dancausa, acusada por la Fiscalía por irregularidades en Mercamadrid.
La actuación policial resultó tan escandalosa que, en palabras de René, los mismos agentes en lugar de impedir el sabotaje y las agresiones, se prestaron a convertirse en intermediarios de los violentos informando a los encerrados de las “condiciones” que ponían los manifestantes para su salida del edificio, condiciones que no aceptaron porque ponían en peligro su integridad física y moral, dada la enorme violencia que se vivía en el exterior.
A juicio de René éste es un aviso a navegantes de las renovadas y posibles alianzas entre grupos bien relacionados de la extrema derecha, políticos españoles, tanto del PP como del PSOE, y agentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad.
Al hilo de esto y para terminar, se habló brevemente y en clave española de la utilización política de las instituciones y del relato único en los grupos empresariales de comunicación españoles para demonizar la revolución bolivariana y dar el visto bueno a la violencia política de todo el espectro liberal y conservador de la derecha venezolana.
Por último, Catherine expresó que los venezolanos no quieren ser enfocados por ningún partido español, ni a la derecha ni a la izquierda, puesto que esto solo sirve para extremar aún más las posiciones en el pueblo venezolano y porque, tanto si es a favor como en contra, esta perspectiva solo puede proceder de una visión colonialista. Catherine sólo pidió la solidaridad internacionalista entre las clases trabajadoras ante el inminente peligro de la victoria política del fascismo.